Hemos de desterrar de nuestra cultura el concepto «viejo» referido a los seres humanos. Esa acepción peyorativa sinónimo de inútil, inservible, caduco, decrépito, anticuado, improductivo, senil, molesto, gravoso, desagradable… Podría seguir añadiendo significados ofensivos y no los agotaría. Desde hace tiempo hablar de la vejez se está poniendo de moda (será porque cada vez somos más). Desde los que reivindicamos un trato digno e igualitario de las personas mayores, hasta los que opinan que vivimos demasiados años y suponemos una carga para esta sociedad en crisis. Y es que parece ser que nadie quiere ser viejo, pero todos queremos vivir muchos años. ¿No resulta paradójico? Tengo una anécdota al respecto. Un día un viejo conocido «malthusiano» me aseguró de manera vehemente que «somos demasiados y que sobramos los viejos que ya hemos vivido mucho». Yo le contesté que no estaba de acuerdo con él, pero que respetaba su opinión. Pero le recomendé que debería ser consecuente con su manera de pensar y contribuir a mejorar ese supuesto problema demográfico y provecto, y le sugerí: «si no se te ocurre como hacerlo, te voy a dar una idea: suicídate». Me miró y se quedo lívido y mudo. Desde entonces no hemos vuelto a hablar del tema. Víctor Calvo Luna. valènciA.