Todas las mañanas había colas a la puerta del banco y de los cajeros; personas mayores, trabajadores, y mujeres con el carro de la compra se agolpaban pacientes para hacer gestiones inaplazables. Pero esa oficina bancaria también ha desaparecido este verano en mi barrio. De tres que existían, hace dos años, ya no queda ninguna. Pero los bancos siguen afirmando que van a atender debidamente a los mayores. Si están eliminando las oficinas presenciales en los barrios, no sé cómo pretenden hacerlo. Ni siquiera nos han dejado los cajeros automáticos, con los que nos obligaron a gestionar cualquier transacción. ¿Pretenden que nos desplacemos al centro de la ciudad y que dediquemos tres horas para hacer una simple consulta o reintegro? ¿No les importa si sufrimos problemas de movilidad, si tenemos hijos que atender, si el trabajo no nos permite tanto desplazamiento, si hace calor, o hace frío...? Palabras, propaganda, mentiras. Y los bancos siempre a la suya: poca ética y mucho beneficio. leído con mucho interés el reportaje.