Existen realidades en nuestro mundo que parecen solo cuentos. Uno de ellos es la pobreza que ha visitado ya más de 700 millones de hogares dejando a su paso una situación de miseria y penuria, tal y como nos avisa el Banco Mundial. En dicha historia, las consecuencias de la gestión de esta crisis están siendo devastadoras y en nuestro propio país el panorama no es más alentador. Ante estas escandalosas cifras y coincidiendo con el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza el próximo 17 de octubre, creo que es importante recordar hoy más que nunca que es obligación de todos luchar por la disminución de esta injusticia.

En primer lugar, cuando nuestro corazón se empobrece es imposible ayudar a los demás. Por esta razón, es importante que hoy más que nunca lo enriquezcamos dando el servicio a quienes más lo necesitan. Si nos ha parecido duro estar tres meses encerrados en casa, no se olviden que las persona en situación de miseria viven en un estado de confinamiento permanente. Por otro lado, creo que todos deberíamos pelear por el respeto a los derechos de todas las personas, como el derecho a la educación, a la alimentación, a la salud, refugio y vivir en un medioambiente saludable.

Finalmente, tenemos el deber de exigir que se tomen medidas encaminadas al descenso de la pobreza, como políticas económicas y medioambientales urgentes que nos lleven a un modelo de producción y consumo sostenible. No sé cuántos capítulos faltan aún para finalizar esta historia triste e inadmisible, pero lo que sí que sé es que es tarea de todos luchar para que tenga un buen desenlace. Parece un cuento, pero es una realidad.