Respuesta inmediata

José Luis Vicent Marín

Inclinando el torso hacia adelante para reforzar su contundencia, escuché estas dos simples palabras escupidas por la boca de quien no ofreció ninguna hasta varios días después de la gran catástrofe del 29-O. No hizo nada cuando tenía que hacer, no decidió nada cuando tenía que decidir, no apareció cuando tenía que aparecer, no pidió nada cuando tenía que pedir, pero sí exigió, que todos los ministros que consideró necesarios se incorporaran, no al ritmo relajado que él mismo había mostrado ese fatídico día (recordemos la larguísima comida), sino de «forma inmediata», a cada uno de los cinco departamentos que creaba ipso facto, apellidándolos cual hermanos con el titular que encabeza este artículo. Respuesta inmediata sólo la dieron los ciudadanos, los voluntarios cruzando el puente de la solidaridad con palas y cepillos, no él, el ilocalizable, el desaparecido, el incomunicado, el fuera de cobertura, en el peor momento de nuestra historia. Aquellas dos palabras me sonaron a chiste pero supongo que a los familiares de las víctimas, desde entonces y para siempre, el hombre simpático habrá dejado de hacerles la menor gracia y el chaleco con que se cubre a menudo, podrá protegerle de insultos, manifestaciones, pero no de que cada noche, desprovisto de él, su conciencia se despierte y le intranquilice… o tal vez me equivoque hasta en eso. 

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