Hija de una tierra llamada Valencia

Sheila Martínez Díaz

Soy hija de una tierra donde en noviembre no llevamos chaqueta. Soy hija de una tierra donde el mar es nuestra brújula, nuestra fuente de alimento, nuestro lavadero de problemas. Soy hija de una tierra donde el comer es deporte, y le corremos al reloj las horas sin levantarnos de una mesa. Soy hija de una tierra donde prevalecen los colores desérticos. Soy hija de una tierra donde el cielo no sabe llover, pues llora de vez en cuando tres lágrimas tímidas y como se aguanta tanto lo que siente, alguna vez que otra explota y nos zarandea los cimientos, nos inunda de agonía y hasta nos para la vida. Soy hija de una tierra donde la suela de los zapatos de la gente le da mil vueltas ala coronilla de sus dirigentes. Soy hija de una tierra de la que quiero irme algunas veces, pero a la que siempre quiero volver. Valencia de clima cálido, de aroma cítrico, de corazón de pólvora… Valencia de lengua dulce, de mar contento, de cielo rojo… Valencia, no hay riada que te hunda ni barro que te entierre. Por muchas palas que aún falten, por mucha agua que necesitemos para pasar del marrón al blanco, ¡nos levantaremos juntos! Lloraremos a los muertos con las botas de agua puestas. Que con las lágrimas de la destrucción sepamos regar nuevas semillas. Que con las cenizas de lo que fue sepamos nutrir lo que vendrá. Que por suerte en Valencia, hasta en invierno saben crecer las flores. 

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