Cada nuevo ejercicio, la afición de Mestalla trata de recargar las baterías de la ilusión. Pero este año son muchas las incógnitas que rodean al club. La complicada situación económica que atraviesa la entidad amordaza todos los movimientos, tanto en lo deportivo como en lo social. Pese a vender a grandes estrellas de la plantilla, el club tiene una deuda que ronda los 400 millones de euros. Con este importante lastre, la planificación deportiva se ha basado en la incorporación de jugadores de bajo coste, con los que se pretende mantener el nivel de campañas anteriores, buscando optimizar los escasos recursos del club.

Seguir en Europa es el principal reto para el equipo que dirige Unai Emery. De la confianza que se deposite en el técnico vasco depende gran parte de los éxitos o fracasos futuros. A la plantilla, por su parte, se le ha de exigir un mayor grado de compromiso. No basta sólo con su calidad, sino que los jugadores tienen que poner sobre el campo todo su esfuerzo.

La afición está inquieta y algo descolocada tras la pretemporada. No sabe cómo va a responder la nueva plantilla y si el equipo conseguirá mantener el nivel competitivo que ostentaba. El traspaso de figuras emblemáticas ha sembrado la desconfianza. Frente a ese desconcierto la entidad debe ser transparente con las cifras para que la masa social comprenda y asuma el periodo de recesión que le aguarda.