Trenet a Vallejo

Estamos vendidos

Estamos vendidos. Que no se me malinterprete. Vendidos al destino, quiero decir. A la fortuna

J. L. García Nieves

Llegados hasta aquí, debemos asumir que solo nos salvará que haya tres equipos peores que el nuestro. Y hoy eso es mucho decir. Llevábamos semanas aplazando el juicio, respondiéndonos a las preguntas que no verbalizábamos que «esta no era nuestra Liga», esperanzados tras la reacción que provocó la llegada de Alcaraz, convencidos de que la permanencia se ataría en los duelos directos. Pues aquí estamos, fracasando en los duelos directos y con el agua al cuello.

Dieciséis puntos a falta de una jornada para cerrar la primera vuelta es una cifra que nos devuelve al peor escenario imaginable desde que volvimos a Primera, el de enero de 2011, cuando comenzó la remontada y la permanencia imposible con Luis García. Por aquellos tiempos andábamos con lo puesto, dando gracias a la vida por cada bocanada de oxígeno. Hoy, cuatro años después y 10 millones más de presupuesto, se nos presupone mayor margen para ser competitivos. Se acuerdan de aquello, ¿no? Y se acuerdan de la milagrosa salvación, ¿verdad? Pues malas noticias: no tenemos a Caicedo. Lo tiene el Espanyol. Ellos también tienen a Stuani. Y el Dépor, a Oriol Riera. Y el Celta a un tal Larrivey. Y el Rayo, a Manucho. Cualquiera nos habría dado el aire que necesitamos para que el posibilista engranaje de Lucas tenga sentido. Con esto que tenemos arriba (un interrogante brasileño y un punto y final gaditano), lo que nos ofrece el míster parece caótico y hay hasta quien echa de menos el prohibido prohibir suicida de Mendilíbar.

Los primeros partidos de la segunda vuelta, los que trituraron el proyecto de «Mendi», dirán si el cambio de entrenador era la solución o si, como ya hemos empezado a aceptar, el Levante juega a lo que puede con lo que tiene y no le alcanza, en palabras del compañero J. M. Alemán. El Elche le empató al Villareal un 0-2; la Real le ganó al Barça, y el Eibar plantó cara en Sevilla, y digo yo que tampoco eran rivales de sus respectivas Ligas, sea lo que sea esa excusa que llevamos escuchando mientras encadenamos festivales de incompetencia los últimos dos meses.

Estoy con Alemán. Esto no da más de sí. Creo, sinceramente, que pusimos en juego la categoría en agosto, al dar por bueno lo que teníamos en el vestuario. Ya lo he escrito e insisto: los 48 puntos del año pasado fueron un espejismo escandaloso. Y si no pregúntenle a Caparrós cuál es la diferencia entre tener o no a Keylor Navas en tu equipo.

El pasado martes, pese a estar plagado de suplentes, el Levante ejemplificó la magnitud del drama. El Málaga de Gracia, uno de esos apóstoles del «toquesito» que dejan kilómetros cuadrados a sus espaldas, hubiera sufrido una escabechina de haberse enfrentado al Levante de JIM. Aquel equipo destrozaba al rival sin darle tiempo a ser consciente de ello. El Málaga luminoso de Isco y Pellegrini se fue de Orriols en 2011 sin explicarse qué había pasado: 3-0 en 41 minutos de contragolpes furiosos y efectividad. Nano, Cabral, Iborra, Barkero, Valdo, Koné... ¿Se acuerdan de aquello? Teníamos diez millones menos de presupuesto y una plantilla infinitamente mejor. Alguien debería explicarlo. Los suplentes ante el Málaga y los titulares ante el Dépor nos ilustraron en la diferencia entre el antes y el después: indolencia en el área propia; inocencia en la del contrario. Hoy acompañamos a los rivales hasta el gol y ayudamos a lucirse a defensas con baja autoestima.

Al escaso nivel hay que sumar ahora la incertidumbre que ofrece lo que parece un equipo en construcción, en pleno enero y con el Tourmalet que viene por delante. No hay centro del campo y Alcaraz ha hundido al chico que podía ser alternativa; no hay eficacia en las escasas ocasiones que generamos y el entrenador defenestra al único «nueve» que genera algo de esperanza.

Sin juego, sin ideas, sin noticias de reacción en Orriols, y encomendados a que un mesías de saldo nos enchufe diez goles en la segunda vuelta para mantener abierta la paraeta en Primera. Ganen en Elche, por Dios, o esto va a ser terrible.

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