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Última victoria oficial del Levante en Mestalla

Una maldición que dura 78 años

El 13 de junio de 1937 llegó el último triunfo constatado en competición oficial del Levante en suelo valencianista

El levantinista Hilario Cerdà protege a su portero ante el acoso de un delantero valencianista. historia del llevant ud

La última vez que el Levante ganó en competición oficial en Mestalla, sus colores todavía no eran azulgranas y en su denominación no lucía aún el Unión Deportiva, los apellidos que nacieron de la fusión con el Real Gimnástico tras acabar la Guerra Civil. Sucedió en pleno conflicto bélico, un 13 de junio de 1937, en la segunda jornada de la liguilla de la Copa de la República. Los levantinistas se impusieron con un inapelable 0-4. Desde entonces, a excepción de algunos amistosos, el Levante UD ha chocado repetidamente en sus intentos de vencer en Liga y Copa del Rey en el coliseo valencianista.

Aquella goleada de 1937 fue la tarjeta de presentación que llevaría al Levante a conquistar el único título „todavía no reconocido oficialmente por la Federación„ de su historia, con la final ganada en Sarrià precisamente contra el Valencia Football Club. El encuentro ya quedó sentenciado en la primera mitad con los tantos (minuto 19) de Nieto, delantero estrella de los blanquinegros y el legendario Gaspar Rubio, ya veterano, que por partida doble elevó el 0-3 en los minutos 26 y 37. En el 75 de nuevo Nieto remataría la contienda.

El Valencia, con numerosas bajas, alineó a Antolín, Juan Ramón, Iturraspe, Goiburu, Mateo, Alepuz, Onofre Lerma, Bertolí, Maguregui, Doménech y Amadeo. En el Levante UD saltaron al césped Valero, Olivares, Calpe, Rubio, Poleno, Ariz, Juanito Puig „histórico capitán durante dos décadas y que hacía también las veces de entrenador„, Gaspar Rubio, Nieto y Botella. Las crónicas de la época relatan la sorpresa que supuso la contundente derrota valencianista: «Contra lo que se esperaba el resultado ha sido aplastante a favor del Levante. El resultado traduce el juego excelente desarrollado por el Levante, por su eficacia, ha sido muy superior al Valencia». Desde mediados de la década de los años 20 el Valencia FC ya ostentaba la hegemonía la hegemonía del fútbol en la ciudad, tras ganar la batalla por la representatividad al Gimnástico. No obstante, la pujanza del Levante en los años 30 era considerable. Cercana quedaba la gesta en la Copa de España de dos años antes, en 1935, donde alcanzó las semifinales después de eliminar al Valencia FC en octavos de final y al Barcelona en cuartos, con partido de desempate incluido en Zaragoza. Solo en semifinales se sucumbiría contra el Sabadell.

El levantinismo no expandía sus dominios en el centro de la ciudad, pero se hizo fuerte reforzando su condición marítima en El Cabanyal y el Grao, surgiendo un equipo orgulloso y potente cuya crecimiento quedó cortado por la irrupción de la guerra civil. La presencia continuada del Levante UD en primera división ha revitalizado un derbi que, sin embargo, alcanzó sus cotas más elevadas de rivalidad en los años 20 y 30, con encuentros que paralizaban la ciudad, con gran afluencia en los estadios y una palpable hostilidad ambiental, tal como se recoge en la obra enciclopédica «Historia del Llevant UD» editada por l´Oronella.

Así detallaba El Mercantil Valenciano los incidentes que salpicaron el derbi entre Valencia y Levante del 13 de febrero de 1932: «Durante el descanso fueron curadas al árbitro unas heridas en la pierna y un mordisco en el brazo». El duelo acabó con 5-0 a favor del Valencia, cinco expulsados y un lesionado. El colegiado decidió dar por finalizado el encuentro con veinte minutos de antelación. La tensión política de la Guerra Civil, con una ciudad dividida en milicias, exacerbó todavía más los ánimos en la grada en cada edición del derbi.

Para muchos aficionados, los escudos de los dos equipos están por encima de la lucha de clases de la guerra y se llega a ir armado a los duelos. Algunas crónicas reflejan la crispación existente: «Bajo la influencia bélica de los espectadores (...) el grado de apasionamiento insurrecto llegó al extremo, inconsciente, de provocar una grave y lamentable batalla en los graderíos y campo de Mestalla».

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