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Trenet a Vallejo

Iconoclastas

Está claro que en Orriols tenemos un problema con los símbolos. Hace falta ser una sociedad asentada para crearlos y al Levante UD siempre le costó encontrarlos. Cuando tu objetivo cada día es poner un plato caliente en la mesa, lo de la literatura y la memoria se convierte en un asunto burgués, una preocupación del primer mundo. Y aquí casi siempre anduvimos en las fronteras de la marginalidad. Cada temporada, derribo y reconstrucción. Un lodazal para aves de paso. Pocos mitos que echarse a la boca en un equipo que cada mayo se jugaba poco menos que la bolsa y la vida.

En los últimos tiempos, sin embargo, entre crisis y crisis aparecieron nombres destinados a perdurar durante décadas, en alineaciones míticas, combustible para mantener viva la flama y pasarla de padres a hijos si vuelven tiempos oscuros. Lo mismo que supuso la hazaña de 1963 para los cuarentones de la grada, que resistieron la travesía simplemente porque sus mayores les contaron que detrás del horizonte estaba el paraíso.

Tiene que pesar una maldición sobre este club incapaz de crear un legado inmaterial. No hay un veterano que no haya salido de mala manera en los últimos años. Es descorazonador. No hay unanimidad en torno a casi nadie, y aunque el debate sea la salsa del invento hace pensar que algo no funciona muy bien por aquí. Estos días andan las redes en llamas por la renovación del capitán. El asunto ha generado tal grado de crispación emocional que incluso un compañero del área mediática del club lo ha dejado, según parece, por desacuerdo con la decisión.

El tema Juanfran, ya lo apunté la pasada semana, me tiene preso de un dilema endiablado. Estoy seguro de que existen incuestionables argumentos de orden interno que legitiman la renovación de un futbolista de escasa aportación deportiva, y que sólo destacó porque el resto no satisfacía las expectativas. Un Juanfran medio lesionado era más fiable que el resto. Hasta ese punto llegaba la mala planificación. El oficio le bastó para ser indispensable. Pero, al parecer, hubo algo más. Uno, que ni sabe de fútbol ni conoce lo que se susurra en Orriols, pregunta. Y si gente a la que le otorgo todo el crédito me asegura que desarrolla un papel vital en el vestuario y que, sin él, este año bajábamos, me lo creo y ya está. Lo que ya pongo en duda es la necesidad de prolongar su estancia ahora que se dispone de tiempo y algo de dinero para enmendar la plantilla de arriba abajo. Creo que se pierde la ocasión de dar una salida honorable al capitán tras una campaña pretendidamente heroica. Porque conseguida la salvación, la de Juanfran, siento decirlo, es una presencia incómoda.

Quizá sea por deformación profesional, por llevar años escribiendo de una Política en que los conceptos clásicos han mutado en otros como imputación, línea roja o suspensión de militancia. Ya ven, me he hecho tan purista que me pregunto si es correcto que no solo se renueve, sino que eleve a símbolo a un futbolista investigado por, presuntamente, dejarse perder a cambio de dinero.

Creo que en un equipo de fútbol hay decisiones deportivas y decisiones de club. Y estas últimas, en ocasiones, deben imponerse incluso sobre lo que pida un entrenador. Era el momento de blindar la imagen del LUD, de protegerlo de otra posible réplica de un escándalo que hiere la autoestima de la grada: la leyenda negra del equipo tramposo que consigue sus ascensos pagando. Y no se ha hecho.

Este negocio, por fortuna, ha dejado de ser una esfera ajena a las leyes de los hombres. El Elx va a descender por no cumplir con sus obligaciones económicas; la cúpula de la FIFA ha caído por mafiosa, y desde hace un tiempo en España se ha abierto la veda contra los amaños. Hace ya más de dos años que el mejor Levante de la historia se inmoló en medio de sospechas muy feas. Un asunto aún por aclarar, gestionado con decisiones contradictorias y que ha tenido derivadas judiciales. En aquel momento, cuando todo estalló, la indecisión pudo entenderse. Fue un shock. Hoy, el Levante mira hacia el lado contrario por el que circulan los tiempos. Ojalá nuestro capitán y todos los ex sobre los que pesa la sospecha no solo vean archivada esta investigación, sino que puedan demostrar que aquella acusación fue falsa. Será el momento de la reparación. Pero si la próxima temporada el LUD vuelve a las páginas de tribunales, el club también será responsable.

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