Hay clubes a los que no les queda más remedio que inventar su tradición simbólica. El Llevant iene para dar y vender, lo cual permite el diseño de un segundo uniforme de raíz histórica. Se podría relegar el tercero para los habituales devaneos comerciales. Y todos felices. Pero un año más se abre la temporada con la polémica de la zamarra. El primer lamento es a causa de «las barras azulgrana de tu clásico jersey», que han sido sustituídas por un pijama de una sola franja azul sobre un fondo rojo que invade también la espalda. Son muchos los que creen que la primera equipación debería seguir unos cánones tradicionales, respetar el cromatismo y las barras y ofrecer cada año las novedades en los detalles. Por si esta «herejía» era poco, esta semana se presentó a bombo y platillo la segunda camiseta, «creada para brillar».

Al descorrer el telón apareció la misma que usará el Barça como tercera. Solo varía el escudo. Un brillo estéril, inocuo, vergonzante. Alguien debería dar una explicación. Si lo ha impuesto Nike, habrá que dar cuentas sobre el contrato. Quedaría la opción de «desfacer» este entuerto con el tercer uniforme. El lamento del levantinismo, lógico, aparte de la falta de originalidad, que no es poco, tiene que ver con el abandono de la histórica combinación blanquinegra.

La tradición ofrece numerosas variaciones cromáticas: el Gimnàstic usaba barras estrechas o anchas, pero un granate inequívoco. Los pantalones fueron azules, pero también blancos o negros. Más variedad hubo junto al mar. El FC Cabanyal, nombre de la entidad hasta su reinscripción en 1909, vestía de blanco con una franja diagonal negra que evolucionó a las tres verticales y calzón también blanco. Así lució el primer Llevant FC, aunque nunca se ha rescatado esta vestimenta. Luego se engordaron las barras y se adoptó el pantalón negro y, después, se alternó el blanquinegro con el mismo blanquiazul que se enfundaron los héroes del 37 para conquistar la Copa en Sarrià. Sin embargo el imaginario colectivo levantino siguió siendo blanquinegro. Así se refería la prensa al equipo, aunque vistiera blanquiazul, y así aparece, sin excepción, en los escudos de las peñas. Siempre blanquinegro€ pero cuando el Llevant UD debutó en 1ª en la campaña 63-64 vistió de blanquiazul en el Camp Nou. Hay otro uniforme histórico que el club nunca ha recuperado: el «cachirulo» (1939-1941), compuesto de camisa blanquigrana con cuello y pantalón azul. Y aun hay más: el azul completo de la semifinal de Copa del 35 contra el Sabadell; la verde con lista vertical blaugrana de 1977-78, o la naranja de 1982-83, tal vez inspirada en aquella rocambolesca idea de cambiar el nombre del club a Naranja CF para recabar más apoyos entre la sociedad valenciana. El Valencia CF haría suyo el naranja una década más tarde. En los últimos años el Llevant se atrevió con la Senyera, íntimamente ligada al club y que formaba parte del escudo. Seguro que con tanto poso identitario, Nike y el Llevant son capaces de ofrecernos algo mejor en el futuro. Y así respetar la historia y hacerla brillar.