Las turbulencias del verano social «granota» quedan atrás y desde septiembre se comenzará a marcar el futuro institucional del Levante UD, con la vista puesta en la Junta General de accionistas del mes de diciembre. La negativa a la llegada de Robert Sarver encamina un escenario en el que la democratización de la entidad, a través de la reconfiguración de la Fundación, vuelve a estar en la agenda.

Varios factores empujan en esa dirección. Por un lado, el «no» al dueño de los Phoenix Suns dificulta la entrada de un posible inversor extranjero. Por otro lado, una de las demandas surgidas durante el proceso por parte de defensores y detractores de la venta apuntaba a la necesidad de una mayor información desde el Patronato. Además, el estudio de la vía democratizadora ha sido públicamente bien visto tanto por el presidente de la Fundación, José Manuel Fuertes, como del máximo dirigente del club, Quico Catalán. «Hay que aprovechar el momento para trabajar en la democratización», incidía Fuertes el pasado 30 de julio en Levante-EMV. Un guante que era recogido dos días después, en el mismo periódico, por Catalán: «Es un momento para que todos pensemos, y ya cuando pase el verano nos vamos a sentar y valorar. El presidente de la Fundación tiene las ideas claras en ese sentido y vamos a ver si nos propone algún cambio. ¿Por qué no puede suponer un cambio?». Después de posicionarse en contra de la venta, se está a la espera de ver qué rumbo toma Catalán, criticado de «inmovilismo» por parte de los críticos que le han salido tras el proceso de venta.

Las peñas, otro pilar

Otro de los aspectos a tener en cuenta está en las peñas. La Delegación se encuentra inmersa en un proceso electoral y el único candidato que hasta el momento se ha presentado, Gabriel Salinas, ya ha dejado clara en las dos últimas juntas de accionistas su voluntad de que el club, una vez superada la etapa de mayor emergencia económica y con la deuda aplazada, evolucione su modelo de gestión con una democratización del Patronato. De confirmarse su victoria en el colectivo de aficionados, también sería patrono y se trasladaría el debate al seno de la misma Fundación.

Varias de las fuentes consultadas señalan que una hipotética democratización también se contemplaría como un modo de cerrar las tensiones abiertas tras el paso de Robert Sarver, que ha dejado un consejo que votó partido en dos y un Sindicato de Accionistas Minoritario que se ha reagrupado y que todavía intenta convencer al empresario norteamericano para que invierta.

Pese a la voluntad abierta de diálogo, el camino a la democratización debería despejar muchas incógnitas, que pasan por la reconfiguración del patronato. Está en el aire el papel de los representantes institucionales, puestos en tela de juicio por su ausencia en la votación crucial por la venta. En un paisaje cambiante, con una lucha de poder no cerrada, queda saber cuál sería el número de patronos definitivos (se pretende reducir el número).

Por último, ¿de qué manera se plasmaría una sociedad anónima democratizada? De momento la única idea, aportada por Salinas, consistiría en que se sometiera a votación de los socios los puntos previos a cada Junta. La Fundación, máxima accionista del club con el 70 % de los títulos, debería asumir el resultado de esa consulta. Una alternativa que dejaría el reparto de acciones en su estado actual, sin necesidad de redistribuir la propiedad.