Definitivamente, al Levante UD de Rubi no le sale nada. Anoche se le escapó de entre los dedos un punto dorado en el Calderón. Fue a falta de diez minutos para el final, con un gol repleto de infortunio y amargura, obra de Thomas Partey, el jugador que estuvo a un paso de firmar por los azulgrana en verano. Un triste desenlace a una digna y meritoria actuación de los granotes, que por momentos soñaron con sumar los tres puntos. Pero Xumetra y Rubén perdonaron el 0-1 y Thomas no. Un derrota dolorosa que hunde al Levante UD como colista y complica, más todavía, la remontada hacia la permanencia.

El guión previsto ayer, al menos el inicial, se cumplió a rajatabla, sin sorpresas. El Atlético encaraba la noche con opciones de ser líder tras el resbalón del Barcelona en Cornellà y lanzó su intento de avalancha desde la primera jugada, espoleado por el ambiente festivo que transmitía el Calderón.

El Levante UD, muy distinto al del pasado miércoles, aguantó el tipo. Y es que, más allá de los resultados, nadie podrá negar que Rubi lo ha intentado todo desde su llegada a Orriols. Anoche, influido por las lesiones y las sanciones, el técnico introdujo ocho cambios en el once titular respecto a la derrota ante el Málaga. Por cambiar, cambió hasta el sistema y regresó al 1-4-5-1. Con ese dibujo, el conjunto azulgrana mostró una versión más ordenada pero poco ofensiva. Sólo Morales, en la banda izquierda, inquietó a la defensa atlética con sus particulares escaramuzas sobre la línea de cal.

Con todo ello, empujados por su público, los de Simeone tomaron el mando del encuentro dispuestos a aprovechar el más mínimo fallo de la defensa valenciana. Jackson Martínez fue el primero en probar los guantes de Mariño, muy atento al potente disparo a la media vuelta que se inventó el el colombiano en el corazón del área.

La zaga levantinista, con Trujillo al frente tras recuperarse de una múltiple rotura de retina que casi le deja ciego, se acorazó en la frontal y repelió con seriedad todos los ataques locales. El Atlético empezó a impacientarse al ver que sólo creaba peligro en jugadas a balón parado -una falta directa de Griezmann que se marchó fuera y un testarazo de Savic al larguero en otro córner-.

En el 25, José Mari arriesgó al máximo para rebañar un balón dentro del área cuando Saúl se internaba en busca de la portería. El atlético cayó y la hinchada madrileña pidió penalti. Simeone, gato viejo, se encargó de caldear el ambiente con sus protestas. En cambio, un minuto después, un balón rechazado por la defensa del Atlético en el balcón del área cayó en poder de Verza. El alicantino se acomodó con parsimonia el cuero y cuando lo tenía todo para marcar con un disparo aparentemente sencillo, el ansia le pudo. Golpeó demasiado fuerte y de forma imprecisa para marrar la mejor ocasión del partido.

Los del Manzanares se dieron por avisados y redoblaron esfuerzos. Gabi y Koke, muy superiores a Lerma y José Mari, ensancharon el campo, insistieron en el juego por las bandas con los laterales y colgaron balones a Jackson, que fue de más a menos. El Levante UD aplicó una vieja receta: mantener juntas las líneas, renunciar al ataque y sacrificio, mucho sacrificio. Eso bastó para llegar al descanso sin goles. A la vuelta de los vestuarios, el Atlético se volcó sin complejos. Jackson rozó el gol con un remate de cabeza a centro de Juanfran. Se fue fuera. Poco después, Koke estrelló un derechazo en el travesaño que hizo saltar astillas de la madera granota. El Levante UD acusó el cansancio y cavó una trinchera en su área a la espera de que pasara el vendaval.

Pero Camarasa entró por José Mari, lesionado del tobillo, y el temporal amainó. El Atlético, excesivamente acelerado, se precipitaba constantemente. En una contra, Camarasa falló un pase de la muerte claro a Morales, que se relamía sólo en el segundo palo. Poco después, a Xumetra se le hizo de noche cuando se quedó sólo ante Oblak. También pudo marcar Rubén, eléctrico en su salida al terreno de juego, pero su tiro desde la frontal fue inocente.

A diez para el final, con el partido listo para el empate, Thomas apuntilló las aspiraciones levantinistas con un gol que duele más en la moral que en la clasificación.