Lo que pudo ser una memorable mañana festiva para el levantinismo acabó en un concierto de silbidos y cánticos contra los futbolistas azulgrana, con una dura derrota en el marcador. Lo vivió de cerca el millar de aficionados del Levante UD desplazados ayer hasta El Madrigal con el fin de apoyar a su equipo después de la victoria del viernes de la semana pasada ante el Getafe. La asequible distancia hasta la ciudad de La Plana, los precios populares de las entradas en la grada visitante y las facilidades puestas por el club de Orriols, que sufragó hasta nueve autobuses, obtuvo una positiva respuesta de la parroquia granota. Así, casi mil aficionados se dieron cita en las puertas del recinto groguet con la ilusión y el optimismo por bandera.

Y es que entre los corrillos que se formaban nada más apearse del autobús junto al estadio, a eso de las 10.30 horas, así como en las mesas de las terrazas en las que se apuraban los últimos almuerzos antes del encuentro, la esperanza ganaba la partida, y por goleada, al pesimismo de los últimos meses. Per no ocurrió lo mismo cuando el balón comenzó a rodar.

Con tres cuartos de entrada, el coliseo amarillo acogió una mañana algo fría desde el primer minuto de juego. Los decibelios de los ánimos levantinistas, que arrancaron con fuerza desde el sector «enjaulado» reservado a los forasteros, fueron decayendo con el paso de los minutos, sobre todo tras el primer gol del Villarreal, obra de Leo Baptistao. Fue un golpe doloroso del que no hubo tiempo para reponerse. Veinte minutos después llegó la sentencia de la mano de Castillejo.

El 2-0, sumado a la superioridad de los de Marcelino, aniquiló la fe entre los azulgrana, que al descanso veían muy pocas opciones de remontada. El tercer tanto local, nada más regresar del descanso, clavó el último puñal a la ilusión granota. Y de la tristeza se pasó al enfado. La mala imagen del equipo, la expulsión de Navarro y el vendaval ofensivo del Villarreal, que no quiso hacer sangre, encendió los ánimos de los levantinistas.

Comenzó entonces un juego de cánticos en el estadio. Por una parte, un grupo de seguidores del submarino mostró su apoyo al Levante UD con gritos de respaldo „ «el año que viene nos vemos otra vez» o «Levante es de primera»„, aunque otros colectivos groguets apostaron por hacer la ola mexicana. Desde el bando azulgrana, en cambio, se pudo escuchar nítidamente cánticos contra los futbolistas „«esta camiseta no os la merecéis»„, como sucedió en Ipurua. Por eso, al finalizar el choque a varios jugadores les costó dirigirse a la grada visitante y agradecer la presencia de mil aficionados en El Madrigal, a 64 kilómetros del Ciutat de València.