Aunque el Levante UD y el Villarreal compitan en la misma liga, ayer quedó claro que los de la Plana juegan a otra cosa. Es otro nivel. Porque el equipo de Rubi llegó a El Madrigal con todo a favor: henchido de moral tras la victoria ante el Getafe, con mil gargantas granotes en las gradas y un rival enfrente desgastado por el derroche físico realizado en Nápoles el pasado jueves. Pero ni así. El conjunto azulgrana fue inferior, en todos los aspectos, desde el primer minuto de juego y nunca dio la sensación de haberse creído que los tres puntos podían viajar hasta el Ciutat de València.

Con ello, un Villarreal plagado de suplentes —Marcelino apostó por poner en práctica las famosas rotaciones— apenas tardó diez minutos en abrir un boquete en la defensa levantinista. Bruno vio el espacio, envió el balón al hueco sin presión alguna y Baptistao hizo el resto. Controló, se internó en el área, tumbó con una facilidad pasmosa a David Navarro —poco intenso— y batió a Mariño —mal colocado— con un punterazo que introdujo el balón entre las piernas del portero gallego. El gol hirió el orgullo de los de Orriols, que dieron un paso al frente a por el empate. Fue un error. Trigueros, Castillejo, Adrián y Baptistao se multiplicaron con los espacios que dejó el Levante UD atrás. Cada robo en campo amarillo era una ocasión de contra.

Además, Morales fue frenado por Bailly, un central reconvertido a lateral que se disfrazó de roca infranqueable en defensa y de afilado puñal en ataque. Por si fuera poco, Rossi desapareció del terreno de juego. No intervino, no peleó y nunca creó peligro. Sólo quedaba el recurso de bombear balones a Deyverson, pero Mussachio y Bonera anularon al brasileño. Así, a la media hora, con el Levante UD desesperado, una contra lanzada por Adrián, ante la mirada impasible de Medjani, dejó en bandeja el 2-0 a Samu Castillejo, que remachó con sutileza al primer toque.

Antes del descanso llegó la única oportunidad que tuvo el Levante UD para reengancharse al partido. Verza robó el cuero tras un error de Trigueros en la salida del balón y Morales apareció dentro del área con el esférico controlado. El madrileño recortó y disparó a puerta sin pensar que Deyverson estaba solo en el punto de penalti y Areola hizo gala de sus reflejos felinos al despejar el tiro del madrileño. A partir de ahí, el Levante UD se desinfló como un globo pinchado.

Gol en contra y expulsión

Nada más salir de la caseta, un saque de esquina a favor de los azulgrana derivó en el tercero del Villarreal. El rechace del córner cayó en poder de Nahuel en la línea divisoria. El groguet usó un golpeo exquisito con el exterior de la bota y dejó a Adrián en un mano a mano ante Mariño. El delantero asturiano cruzó, de manera precisa, su remate y anotó el tercero.

Poco después, Navarro, con una amarilla, cometió una falta infantil y se ganó la segunda tarjeta para dejar a su equipo con diez. El Villarreal se desató y pudo aumentar la ventaja. Sin embargo, no quiso hacer sangre y pecó de preciosista en varias jugadas.

Cuero, Camarasa y Xumetra entraron pero no cambiaron un decorado que vuelve a pintar negro oscuro en Orriols.