El Levante UD puso ayer todo sobre el césped del Carlos Tartiere „juego, posesión y ocasiones„, pero fue el Oviedo el equipo que supo lo que era realmente importante: Los goles. Dos tantos de Michu y de Pereira tumbaron al líder pese a que los azulgrana de Muñiz disfrutaron de la posesión del balón, trenzaron un buen juego en líneas generales, y tuvieron ocasiones para marcar de esas que hacen llevarse las manos a la cabeza cuando se fallan. Pero la eficacia en el fútbol es una evidencia aplastante. Y ayer, el Levante UD no tuvo la pegada del Oviedo.

El conjunto de Muñiz no tardó en demostrar el porqué es el líder de la categoría. Los primeros minutos de encuentro fueron un monólogo de fútbol azulgrana, claro dominio sobre el Oviedo, fiel a su estilo de ir a por el partido. Sin embargo, al once de Muniz le faltó el gol. Porque el dominio, si no se logra concretar, acaba siendo algo estéril. Quizás por ello el Oviedo espabiló. El conjunto de Hierro se dio cuenta de que el líder no tenía pegada, y comenzó a sentirse mejor en el encuentro conforme fueron pasando los minutos. Hasta el punto de que tras una asistencia de Jonathan Pereira, Miguel Linares mandaría un balón al larguero en el primer aviso serio del carbayón.

El Levante UD le había perdido el pulso al partido y lo que hasta ese momento eran buenas sensaciones, con un conjunto levantinista al alza, se convertían en la sombra de la duda. Porque jugar bien no es sólo presentarse como un once ordenado, que defiende bien y que trata de ponerle criterio al desplazamiento del balón, sino que falta hacer daño al rival. Y ahí es donde se fallaba. Aunque se dominó el encuentro durante media hora, no se marcó pese al voluntarioso Roger o el desequilibrante Morales. Ni siquiera la exquisita técnica de Jason o la meridiana visión de juego de Campaña lograban que el dominio acabara en gol.

Por el contrario, el Oviedo mandó el balón al palo en su primera clara ocasión, y además evidenció que sus futbolistas llevaban peligro cada vez que rondaban el área azulgrana. Un lanzamiento de falta de Susaeta llevó el «uy« a la grada del Tartiere. En la recta final de la primera mitad, el quinielista que se la jugaba al dos fijo, torcía el gesto.

En el inicio de la segunda mitad, de una espectacular parada de Raúl, que volvió a sacar las manos en el momento más delicado, se pasó a la ocasión más clara del Levante UD. Campaña pudo inaugurar el marcador tras una gran jugada colectiva. Pero los de Muñiz perdonaron, y el Oviedo lo aprovechó. Los de Hierro rondaban el área de Raúl Fernández, que ya había realizado un par de acciones de mérito, hasta que Michu marcó de cabeza. El tanto subió al marcador pese a las protestas de Lerma que, entendiendo que había falta previa, se fue a por el cuarto árbitro para mostrarle su tobillo.

Con el 1-0 Muñiz no perdió el tiempo y en la siguiente acción al gol encajado metió a Casadesús en el campo en lugar de Insa. El entrenador del Levante UD quería, cuanto menos, el empate. Y Chema la tuvo. El defensa resbaló en el área pequeña lo que ra simplemente empujar un pase de la muerte que le había enviado Roger. No había pegada. Ni fortuna.

La suerte acabó de darle la espalda al equipo senyero cuando en la siguiente acción Jonathan Pereira acertó a volver a batir a Raúl y que el 2-0 subiera al marcador. Fue un golazo, es cierto, pero de lo poco más que hizo el Oviedo en el partido. Porque el Levante UD, al igual que había hecho durante la mayor arte de minutos, siguió fiel a su estilo y a su fútbol tratado de llegar al área rival elaborando. Pero, sin fútbol directo, el partido acabó muriendo.