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Muñiz en crisis (y Quico)

Muñiz en crisis (y Quico)

Muñiz en crisis» fue el titular del Bombeja Agustinet! de hace 20 días, en la previa frente al Oviedo. Algunos me tacharon de hiperbólico y pesimista. De una forma más inelegante, claro. «Hay una crisis latente en el fútbol del Llevant. Sólo hay que saber identificarla bajo los elogios y los guarismos. Sí, tal como suena», decía. Los más prudentes quedaron expectantes.

Eso fue hace 20 días. Desde hace más de un año -tras el episodio Sarver- venimos advirtiendo en estas páginas -entre otros García Nieves, con algunas piezas memorables- que no hay futuro para el Llevant, ni para Quico Catalán en el Llevant, si el presidente no lidera un proceso de democratización que dé voz a todo el levantinismo y propicie una gestión transparente. Hoy en todos los medios y en todos los cenáculos granotas no se habla de otra cosa: del cómo, del cuándo y del quién; pero se da por hecho que el único camino posible es la democratización.

No, no somos videntes. Se trata sencillamente de buscar más allá de la superficie. Hacía tiempo que el Llevant sacaba buenos resultados sin merecerlo y eso no suele durar. Parecía claro que si, en vez de analizar errores y buscar alternativas, se reiteraba la propuesta, el resultado acabaría siendo el actual: los centrales -e Insa- ya no muestran la contundencia de antaño; los flancos son frágiles por la escasa colaboración de los interiores; la sala de máquinas no carbura, y a Roger ya no le entra el gol del triunfo.

Saben los marineros que si dos barcos navegan con rumbo de colisión y ninguno altera su curso o velocidad, habrá accidente. La enseñanza sirve para tierra: si siempre se hacen las cosas igual, el resultado no tiene por qué ser distinto. Sirve para Muñiz y para Quico: en el ámbito futbolístico hay que encontrar variables para recuperar las sensaciones del inicio liguero. Y el Tenerife parece una víctima propicia.

En el plano social, la colisión con la grada es inminente, porque es insostenible que un club cuyo 70% es de todos -de una fundación pública- sea gobernado como un cortijo. Los que hemos perdido una cuantas dioptrías estudiando nuestra historia sabemos que Quico es uno de los mejores gestores que jamás ha tenido el club. El Llevant necesita este proceso democrático que lo proyecte, con plenas garantías, hacia el futuro: necesita instrumentos que aporten equilibrio y estabilidad institucional y, a un tiempo, mecanismos de transparencia. Y necesita a Quico. Sin la actual oligarquía, con otro talante, capaz de dar la bienvenida y abrazar la pluralidad que, de facto, representa la entidad. Abramos ventanas. El Llevant somos nosotros. Todos. Y evitemos un cisma. Es del todo innecesario.

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