No hubo carambola y el Levante UD ascenderá la semana que viene, o la siguiente, o la de después. Lo hará más tarde o más temprano. Y lo hará porque, pese a no atravesar su mejor momento de forma, el equipo de Muñiz sabe apretar los dientes y sufrir. Hasta el final. Ayer plantó cara al viento y a un rival espoleado por su afición para sacar un punto que vale más de lo que parece y que sabe a dulce antesala del ascenso.

Eso sí, el Levante UD lo pasó mal en Cádiz para defender el empate. Atrincherado en su área, por momentos se acogió a las paradas de Raúl, la fortuna de los palos y la precipitación del rival para evitar una derrota que habría llamado a una cierta ansiedad. Por eso, las tablas, sumadas al pinchazo del Getafe ante el Nàstic, es un buen botín.

El partido, trepidante por momentos, tuvo dos partes. En la primera, el Cádiz fue dominador de la posesión, del juego, pero sin crear peligro. Aunque ninguno de los dos equipos era capaz de trenzar una jugada de más de cuatro pases por culpa de las rachas de viento, los de Álvaro Cervera empujaron con más fuerza hacia la portería de Raúl. No obstante, a diferencia de lo sucedido en Getafe, los azulgrana frenaron con su saber estar las embestidas cadistas. Róber, preparado para el reto de sustituir a Insa, oxigenó a sus compañeros, atentos a las contras. Jason fue ese extremo incisivo y atrevido que se ve capaz de llegar a todos los balones y Casadesús sacó su repertorio de últimos pases. Roger aparecía en todas partes. Sólo Morales estuvo algo desentonado.

Con ello, el Cádiz atacaba sin hacer daño y el Levante UD esperaba agazapado. Excepto la salida de Raúll en el minuto 13 para evitar un mano a mano con Salvi, los de Muñiz no padecieron. Jugaron al desgaste. Y funcionó.

Pasada la media hora, Pedro López centró desde la derecha y el balón dio en el brazo de José Mari. El árbitro no lo consideró penalti, pese a que lo pareció. Poco después Postigo se marchaba del campo dolorido en las lumbares tras un golpe con Aridane. Saveljich salt´´o al terreno de juego sin calentar. La suerte no acompañaba. Sin embargo, una carrera desenfrenada de Toño hacia el área poco antes del descanso, apoyada en un pared con Casadesús, derivó en un centro que Sankaré trató de despejar lanzándose al suelo con todo. Incluida una mano. Lo vio, esta vez sí, el colegiado y señaló el punto de penalti. Roger, con temple y clase, ajustó el disparo a la base del poste derecho dejando a Cifuentres clavado sobre la línea de gol, impotente ante la diana número 21 del valenciano.

La segunda mitad, por contra, fue todo lo contrario. El Cádiz decidió ir a por todas a por el empate. Asumió riesgos, pero le salió bien. Pedro López evitaba el empate, casi sin saber cómo, en un córner. El de Torrent sacó el cuero a la remanguillé sobre la línea y con la ayuda del palo. No iba a ser la única vez que la madera se cruzaba en el camino de los andaluces. En el 57, en pleno arreón de los locales, Aketxe enviaba un obús al larguero y el rechace lo aprovechaba Salvi para anotar el empate. Toño llegó tarde a la marca y obstaculizó la visión de Raúl.

El Carranza se vino arriba y el Levante UD, excesivamente partido en el centro del campo, se encerró en su área dispuesto a sufrir y descontar los minutos. Ortuño falló un gol cantado, casi bajo el larguero, que escupió su impreciso remate. El Cádiz olía la sangre y el bombardeo de centros desde las bandas era constante.

A falta de quince minutos el Levante UD se estiró con dos zarpazos. Casadesús y Morales probaron a Cifuentes y el encuentro, muy alocado, podía caer de cualquier parte. Al final no fue para ninguno. El punto servirá para subir.