Hora y media antes del partido, Quico Catalán fumaba nervioso en el parking del estadio a la espera de la llegada del autobús del equipo. Nadie como él ha sufrido esta temporada en Segunda División. «Tengo ganas de que lleguen los partidos en Soria, en Miranda del Ebro...», decía en la presentación de Tito como director deportivo del club, allá por el mes de mayo. Sin embargo, el presidente azulgrana ha padecido un año de cambios profundos (deportivos, economicos y sociales) en la entidad de Orriols.

Catalán pasó el duelo del descenso haciendo autocrítica por los errores cometidos en la gestión. Algunas voces pidieron su dimisión, pero el dirigente azulgrana se mantuvo en el cargo y explicó las bases del proyecto de futuro del club a los aficionados mediante una reunión a pecho descubierto con las peñas. En ese proyecto ya no estaba Manolo Salvador. El de Faura anunció su marcha antes del final de la temporada tras toda una vida en el Levante UD. En los últimos años, Catalán insistió en que Salvador siempre sería su director deportivo. Ante su salida, el dirigente levantinista tuvo que reunir al consejo y preparar una nueva estructura deportiva con un nuevo jefe. Se le criticó su tardanza, su lentitud, su falta de reflejos e incluso se puso en cuestión su capacidad para decidir el relevo de Salvador. Eligió a Tito y el consejo lo aprobó. Muchos desconfiaban de un novel al frente de una plantilla obligada a ascender.

Catalán maniobró astuto con las negociaciones en verano. El club adquirió jugadores con operaciones a éxito, es decir, sólo se pagaba traspaso si había ascenso, y encontró acomodo a las piezas que no encajaban. Las cuentas del club, en Segunda, cuadraron, y fueron aprobadas por una mayoría absoluta.

Fue en una junta de accionistas en la que la renovación del patronato de la Fundación del Levante UD creó un tenso ambiente entre dos sectores del levantinismo. La oferta de compra accionarial de José Luis López derivó en una especia de referéndum sobre la gestión de Catalán, quien se impuso con creces.

Ha sido un año difícil para un presidente que se ha marcado para 2019 el final de su mandato.

Su final de mandato en el club está fijado para el año 2019

Durante la temporada, el presidente del Levante UD ha aprovechado para defender su postura de terminar su etapa al frente de la presidencia en 2019, cuando expira su mandato. Quico Catalán ha expuesto esta campaña los planes de futuro de la entidad, que pasan por un cerramiento del estadio, la creación de una ciudad deportiva en València (que desde hace años se negocia con el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria para instalarla en el barrio de Nazaret), la consolidación en la élite del fútbol nacional y la liquidación de la deuda. En este sentido, el presidente llegó a lanzar la idea de que en los próximos años el club trabajará para redistribuir la propiedad de las acciones entre los aficionados de forma equitativa. p. v. valència