El Levante UD sopló ayer las 108 velas de la tarta de su cumpleaños. La tarta estaba en el frigorífico esperando a poder celebrar por todo lo alto el centenario aniversario, aunque, a priori, no era el lugar más propicio para hacer una fiesta. Pero al final Ivi hinchó los pulmones y exhaló con fuerza el aire. Velas apagadas y fiestón.

El equipo azulgrana jugó un partidazo en el Bernabéu: con un Raúl que sigue en estado de gracia con manos prodigiosas, una defensa que no cometió más errores que los disculpables ante un Real Madrid que en su casa puede ser un vendaval y un centro del campo en el que Lerma marcó territorio, Campaña criterio y Róber Pier trabajando a destajo apoyando a la defensa. Si además sabes aprovechar tus ocasiones, el empate de ayer es lógico. Y muy justo.

El Levante UD es un equipo que juega de memoria, es solidario y tiene fe en sus posibilidades. Lo demostró derrotando al Villarreal, torpedeando a disparos al Deportivo y plantando cara en un estadio que no será accesible a la mayoría de visitantes de Chamartín.

Los hombres de Muñiz no salieron acomplejados. Tras unos minutos de tanteo, Ivi aprovechaba un error de Carvajal para adelantar al Levante UD. Era el minuto 11. En el minuto 20 Iván López se lesionaba y tenía que dejar su sitio a Pedro López. Un contratiempo en un partido dominado por el Real Madrid, sobre todo a partir del gol de Ivi. Al final por insistencia, que no por juego, Lucas Vázquez empataba al recoger un balón que le dejó de cabeza Sergio Ramos. Se reclamó falta del defensa en su salto, pero quizás le faltó algo de contundencia a Campaña a la hora de defender.

Vuelta a empezar. Los de Zidane, que subestimó al Levante con rotaciones masivas, se volcaron sobre el área de Raúl, que a un minuto del descanso desbarató un remate de Bale, que había entrado en sustitución del lesionado Benzema.

Al Levante UD se le estaban haciendo muy largos los últimos minutos del primer tiempo porque el acoso del Real Madrid era insistente y los granotas no hacían más que achicar el balón y perderlo continuamente.

El descanso sirvió para que Muñiz hiciera ver a sus jugadores que era muy importante haber llegado al vestuario con el marcador nivelado, pero tras la reanudación el Real Madrid siguió acercándose una y otra vez al área del Levante. Aunque Raúl vivía con cierta tranquilidad porque eran muy escasos los disparos madridistas que iban a los tres palos, el agobio de un equipo como el Real Madrid siempre te puede dar una desagradable sorpresa como un disparo de Bale en el minuto 61 que se fue fuera. Zidane, en vista de que se avecinaba el desastre, echó mano de la fantasía de Isco. El malagueño, afortunadamente para el Levante UD, no estaba para fiestas.

El equipo azulgrana intentó salir de su campo y hasta logró zafarse del dominio madridista estirándose hacia el marco de Casilla. Pero fue un espejismo y conforme avanzaban las manecillas del reloj el agobio aumentaba. Marcelo echó una mano al autoexpulsarse después de agredir a Lerma. Hernández Hernández, que no debió escuchar horas antes a Florentino Pérez llorar por las esquinas contra los árbitros, fue valiente y expulsó al brasileño, aunque se le reclamó falta de Ramos en el gol del Madrid.

Bale volvió a tener otra oportunidad, Raúl volvió a sacar su manopla mágica y Kroos, en el minuto 92, estrelló el esférico en el palo. Pero estaba escrito que el 108 cumpleaños debía celebrarse a lo grande. Y a Ivi le toco soplar las velitas.