El Levante ha pagado su debilidad en las áreas, que echan por tierra todo lo que crea en el medio del campo. Le cuesta un mundo marcar y le generan ocasiones con demasiada facilidad. Así ha perdido el partido ante el Athletic en el Ciutat de València.

El enorme esfuerzo colectivo se vino abajo cuando Postigo se metió un gol en su portería. Antes había empatado el Levante (otro autogol, esta vez del central Núñez) el tanto inicial de Aduriz, de penalti. El conjunto granota lleva demasiado tiempo sin ganar en su estadio. Los planes de Muñiz se desbarataron al poco de comenzar el encuentro: el empujón de Toño a De Marcos se convirtió en un penalti que aprovechó Aduriz. Tocado por el gol en contra, al Levante le costó arrancar y Muñiz decidió cambiar la dinámica con un cambio en la primera parte por decisión técnica: entró el delantero Boateng en lugar del mediocentro defensivo El Hacen.

El efecto fue inmediato. Con dos delanteros, Boateng y Unal, el Levante comenzó a encontrar grietas en la defensa rojiblanca. Y llegaron algunas ocasiones, la más clara un cabezazo cruzado de Boateng detenido por la manopla derecha de Kepa. Muñiz redobló la apuesta ofensiva en la segunda parte con la entrada de Ivi, un extremo, por el lateral Moore. Eso implicó que Morales retrasara su posición.

El capitán dio un recital de juego ofensivo por la banda derecha, pero el Levante no tradujo su dominio en algo productivo hasta que un centro-chut de Ivi lo introdujo en su propia puerta Núñez ante la presencia de Unal, que estaba en fuera de juego.

El empate abrió el encuentro. Se convirtió en un ida y vuelta, con los dos equipos atacando, pero con más efectividad del Athletic: un centro desde la izquierda de De Marcos lo marcó en su portería Postigo, un jarro de agua fría para el Ciutat de València.