En apenas cinco minutos, el Levante UD pasó de una dura derrota que le hundía hasta el descenso y agravaba la depresión deportiva, a rascar un empate que amortigua la caída en la tabla y permite a Muñiz respirar antes de la visita del Madrid a Orriols. De hecho, hubo tiempo incluso para rozar la victoria, pero los azulgrana tuvieron que conformarse con un punto que deja sensaciones engañosas.

Y es que los dos goles de Ivi (el primero con la ayuda inestimable de Schär) en los últimos minutos del partido ante el Deportivo maquillaron el preocupante drama granota.

En una cita vital para alcanzar el objetivo de la permanencia, el conjunto de Orriols volvió a repetir los errores que le han condenado a ganar sólo uno de los últimos 16 partidos y que ayer le acercaron al ridículo.

Con el recurso de Ivi como delantero centro y la vuelta de Campaña al once, el Levante UD afrontó el duelo ante los gallegos con poca agresividad y excesiva fragilidad en la retaguardia. Al saque de una falta lateral, Luna se olvidó de marcar a Adrián, quien le ganó la espalda con facilidad para rematar a placer ante Oier y adelantar a los gallegos.

Riazor era una fiesta porque el Levante UD no generaba peligro, pero en apenas unos minutos se lesionó Sidnei y Borges se ganó la expulsión con dos amarillas claras (una por agarrón y otra por un codazo a Jason). Faltaba más de una hora de partido y los de Muñiz disfrutaban de una superioridad numérica que aventuraba buenas noticias. Así lo creyó Cristóbal, que se atrevió a retirar a Lucas Pérez para dar entrada a Valverde.

No obstante, el Levante UD evidenció entonces todas sus carencias. Incapacidad para gobernar el juego, inoperancia ofensiva y fragilidad defensiva. De hecho, justo antes del descanso, Carles Gil trazó un pase a la espalda de los centrales y Andone se zafó del marcaje de Cabaco, al que le hizo un roto, y se plantó ante Oier para anotar, con un remate raso y colocado, el 2-0.

La mala primera parte de los azulgrana y la inferioridad numérica del Dépor empujó a Muñiz a darle la vuelta al once y sacar toda la artillería sobre el césped. Así, tras la charla en el vestuario, el Levante UD saltó con un esquema de juego basado en el ataque. Una especie de 1-3-5-2, con Morales, Jason, Campaña, Bardhi, Jason, Boateng y Roger sobre el campo.

El Deportivo de Cristóbal se agazapó en su frontal y se limitó a defender a la espera de un contragolpe con el que sentenciar. Sin embargo, no sufría en exceso porque al Levante UD le costó mucho romper sus líneas defensivas con cambios de orientación a ninguna parte. Roger, con un control que se le fue largo ante la salida de Rubén, y los imprevisibles saltos de Boateng en el área para rematar, eran la única esperanza para el gol. Por su parte, el Deportivo se aferró a las carreras en solitario de Andone, que en una de ellas acarició el tercero.

A falta de diez minutos salió el sol en A Coruña. Un centro chut de Ivi, desviado inocentemente por la cabeza de Schär, despistó a Rubén y metió a los granotes en el partido, ya con todo arriba, dispuestos a morir con las botas puestas, mientras Muñiz se desesperaba en el área técnica. Sólo cuatro minutos después, el saque de un córner acabó con el balón en poder de Ivi en la frontal. Su derechazo colocado silenció Riazor y vale un punto de oro que cerca estuvieron de ser tres en los últimos minutos del choque, con el Deportivo en la lona.

Pese a los dos goles finales, el Levante UD ofreció una imagen pobre que, a falta de fichajes, crea muchas dudas sobre las próximas jornadas.