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Quico y su as en la manga

Quico y su as en la manga

Quico Catalán tiene el gesto cariacontecido desde el lunes. Decisiones como ratificar a Muñiz y sus explicaciones (inverosímiles) son cruciales para el futuro de la entidad, pero también para testar su capacidad ante las crisis y, por tanto, para su carrera profesional. El Llevant está instalado en la pesadilla de la calculadora y la destitución desde 2014 y el presidente no consigue estabilizar al club en Primera. Eso lo desvela como levantino y está minando la leyenda del hombre-milagro que sacó al club de la ley concursal para meterlo en Europa.

Cuando el Llevant no cesaba entrenadores, Mendilibar (14-15) se fue a la calle tras ocho jornadas. Relevó a Caparrós y le sustituyó Alcaraz, destituido en la novena de la 15-16 y reemplazado por Rubi. Cuatro perfiles distintos, decisiones erráticas y la incoherencia de la hoja de ruta futbolística desde el fin del sueño Luis García-JIM (2008-2013). Muñiz, pese a su éxito en Segunda, tampoco ha sido la solución.

Cabría dejar claras algunas cosas sobre la separación de poderes: en lo deportivo Tito propone y Quico dispone; en las otras parcelas el Consejo, en la práctica, tiene voz y gracias. El presidente actúa más en sintonía con sus hombres de confianza del día a día que con consejeros o patronos y ha provocado una crisis institucional donde sólo la había deportiva. Por su decisión, pero sobre todo por las formas: consejeros desautorizados, periodistas que se sienten estafados y su popularidad más baja incluso que tras cocinar la reforma de la Fundació. En el horizonte: 2019 y su anunciada retirada.

El lunes Catalán pudo anunciar: «señores, nos equivocamos y vamos a corregir el rumbo», pero la disculpa no cabe en su repertorio. El desembolso de enero, reconocimiento implícito de errores, ya fue un gesto extraordinario. Y, sin embargo, se equivoca. A veces gravemente. Como es lógico en un ejecutivo que toma decisiones difíciles.

Las consecuencias del lunes pueden ser graves, pero, ante una situación de riesgo, Catalán guarda un as en la manga. Si el Llevant, por una de aquellas, vence en dos de los tres próximos envites, respiraría. Quico, así, gana: no se equivoca; su crédito, intacto, y todos felices. Si el Betis nos sonroja y Orriols exige la cabeza de Muñiz, él la ofrece y sale reforzado como el dirigente sensato que hizo valer la opinión del director deportivo. Quico así, también gana, aunque deje damnificados, pero su imagen queda dañada ante el levantinismo y ante el mundo del fútbol. El descenso además seguiría cerniéndose y, si se consumara, no habría cosmético que maquillara el fracaso ni as en la manga. Sólo restaría volver a empezar y un montón de expectativas, personales y colectivas, frustradas ante el horizonte de 2019.

Catalán sólo es un hombre, aunque haya pilotado al Llevant que soñamos durante un siglo. Ahora es un hombre cansado que se ha equivocado y huye hacia delante. Un clásico. Merece nuestra indulgencia, por supuesto, pero al levantinismo le gustaría ver de nuevo al Quico que fue dialogante, sincero, próximo e ilusionante. El que soñaba, como todos nosotros, un Llevant distinto del que heredamos de Villarroel.

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