El Anxo Carro no es un futbolín ni una ratonera, como se espera a menudo de los vetustos campos del norte. Nada de eso. De hecho su terreno de juego es de los más amplios de nuestro fútbol, junto al de Orriols. El Lugo recibe hoy a una de las sensaciones del inicio liguero: el Llevant de Paco López, que empieza a agrandar su leyenda; pero la marcha del equipo, que viene de perder ante el Cádiz y de destituir a su entrenador, no invita a pensar en que se llenen sus 7.840 localidades.
Que la irrupción levantina en dieciseisavos sea a doble partido permite al míster arriesgar, más si cabe, con la rotación. Es previsible -y terapéutico- que en la eliminatoria tengan su momento futbolistas llamados a ser importantes y que han contado con escasas opciones de demostrar su valía como Mayoral, Prcic, Moses, Dwamena o Vukcevic. Otros como Aitor, Luna, Pedro López, Coke o Doukouré pueden sumar minutos de competición. Y la Copa es también una oportunidad, tal vez, para los canteranos: Pepelu, Blesa, Viana...
Este Llevant tiene un gran fondo de armario. Además de la importancia de la Copa para la gestión del vestuario, López puede formar un once muy competitivo que apenas afecte a la trayectoria liguera y que sea solvente para liquidar a este primer rival. Es probable que para octavos el sorteo deje de estar (tan) cocinado, con lo cual habría que mirar, paso a paso, las opciones de avanzar en un torneo tan simbólico para el levantinismo, tras las semifinales del 35 y el título del 37, que acabará siendo reconocido oficialmente por la RFEF, más pronto que tarde.
¿De qué no es capaz este sorprendente Llevant? La Copa es perfecta para un equipo que ya ha demostrado que, ofreciendo su mejor versión, es capaz de vencer a cualquiera. La competición, ya saben, siempre tiene sus detractores en Orriols, una especie de temor atávico a la alargada sombra del yunque de la adversidad. Para algunos levantinos pesa más el riesgo de una lesión inoportuna que la oportunidad de hacer historia. Hay que ir, en todo caso, poco a poco. Hoy toca vencer a los albivermellos del Lugo, con máximo respeto y humildad, y rehuyendo la tentación de sentirse superiores antes de jugar, el gran error que propicia las sorprendentes eliminaciones de cada temporada. Y en octavos, volvemos a hablar.
