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Ya nadie firma el cero a cero

Ya nadie firma el cero a cero

El Levante de Paco López continúa rompiendo con los cánones establecidos durante años en el club, levantando pasiones, y acelerando las pulsaciones de la hinchada hasta marcas peligrosas para la salud. Todo comenzó con la segunda venida de José Manuel Esnal «Mané». En esta etapa, se estableció una doctrina futbolística que calaría hondo en la entidad azulgrana; la de «conservar el punto que regala federación».

Así, fueron muchos técnicos granotas los que abrazarían un juego ultraconservador y tedioso, un fútbol rancio que sumió al Ciutat en una narcolepsia permanente, en la que mientras la España campeona y el Barcelona de los récords resucitaban y actualizaban la propuesta posicional y canalizada de Cruyff -ante el asombro y la admiración del mundo entero- Orriols se convirtió en una fortaleza, con ambiente macarra, y planteamientos permanentemente barraqueros.

Caparrós, Alcaraz, o más recientemente, Muñiz, han sido algunos de los máximos exponentes de esta línea de pensamiento que preconizaba el fútbol rancio, con altos custodios dentro del vestuario como Ballesteros, Juanfran, o David Navarro.

Por este motivo, el modelo de juego propuesto por el actual inquilino del banquillo levantinista, es toda una novedad para una generación entera de aficionados. Partidos como el del pasado domingo en Ipurua encapsulan a la perfección las virtudes y carencias de una escuadra que es capaz de marcar 4 goles fuera de casa, no llevándose los 3 puntos, y regresando a Valencia con el sabor de la victoria.

Paradojas del balón que nos atrapan en esa relación de amor-odio con este deporte tan imprevisible, como apasionante.

El Levante es uno de los equipos más goleadores, y a su vez, de los más goleados. Atrás han quedado los días del cerocerismo, la nueva filosofía pasa por marcar un gol más que el rival.

Sin embargo, el seguidor levantinista tiene poco de dogmático, ya que siempre ha estado más cerca de planteamientos pragmáticos: mientras la pelota entre, ya se sabe.

La diferencia sustancial en estos meses bajo la batuta del técnico de Silla, es que por primera vez en mucho tiempo, el equipo proyecta que no tiene complejos, y el hincha lo percibe de forma efusiva, contemplando cada partido como una nueva oportunidad para continuar rompiendo esquemas.

Este fin de semana viene el Barça de Messi, y en Orriols, ya nadie firma el cero a cero.

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