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El Barça se nos da bien

El Barça se nos da bien

Sí, se nos da bien. No hay duda de ello. Una de las primeras mareas levantinas de la historia tuvo lugar en 1926, cuando el Llevant FC, aquel modesto club del Cabanyal, debutó, dos décadas después de su fundación, en la Copa de España. El estadio de les Corts abarrotado hasta las banderas impresionó a Boro; Dintén, Tapia; Porcal, Juanito Puig, Hilario, Mario, Sorní, Lacomba Monjardín, Urrutia y Vázquez, que jamás habían saltado a un escenario como aquel.

800 cabanyaleros se subieron al J. J. Síster la noche anterior para acompañar a su equipo. Miles los despidieron junto al edificio del Reloj. Ellos habían inventado el You'll never walk alone y ahora lo practicaban también fuera de la terreta. Los Levante Fans aún se arrancan con el Mai no aniràs sol en su esquina de Orriols.

De aquella peregrinación a Barcelona Andreu Tintorer nos legó un relato extraordinario. El resultado fue lo de menos. El Barça tenía un equipazo y acabó conquistando su séptimo título estatal. El Llevant FC se asomaba a la élite y anunciaba un crecimiento que sólo truncaría la victoria sublevada en la guerra.

En el 35 eliminó al Barça, en cuartos de final, sirviendo el plato frío de la venganza por el roto del 26: 2-2 en les Corts, 1-1 en la Creu y un 3-0 en el desempate de Zaragoza que dejó tan boquiabierta a la España futbolística de la época como el 5-1 de la 64-65, el 1-0 de 03-04 o el 5-4 de 2018.

No son muchas victorias, pero tampoco hubo apenas enfrentamientos hasta 2003-04 y, en todo caso, se trata de todo un Barça al que, como nos recuerda Paco López, desde 2013 sólo dos equipos han conseguido eliminarlo en cualquier competición: Juve y Madrid.

Por tanto, las guardamos -también los empates e incluso algunas derrotas- como un tesoro. Lo más importante de todo, sea como sea, es que seguimos en la élite, con la posibilidad de aumentar la colección. Y que lo mejor está por llegar.

El Llevant apenas conserva fetiches históricos, como el que nunca debió salir de su nunca creado museo y que acabó en manos del FC Barcelona hace unas semanas, con la mediación de un coleccionista valenciano. Es el banderín con que el club culé obsequió al levantino antes del encuentro que les enfrentó en les Corts el 11-4-1937 y que terminó 2-1 (en la primera vuelta empataron 3-3).

Los culés se proclamaron campeones de aquella Liga del Mediterráneo, pero se marcharon de gira por México. Así fue como el Llevant, quinto, accedió a la fase final de la Copa que se llevó a sus vitrinas tras la victoria en Sarrià.

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