Después de partidos como el de ayer, en el que el Levante UD goleó a domicilio al Celta, es cuando sale a relucir aquella remota frase de que el club de Orriols está «forjado en el yunque de la adversidad». Porque, cuando más turbias bajaban las aguas por el Ciutat, no solo en lo deportivo sino también por cuestiones de alcantarilla, el equipo de Paco López logró revertir la situación y conseguir una victoria de prestigio ante un rival directo en la lucha por eludir el descenso.

La victoria de ayer del Levante UD en Balaídos fue algo más que balsámica. Fue rotunda. Contundente. Sin fisuras. Un partido muy completo, tres puntos que hacían mucha falta, después de una auténtica exhibición del mejor fútbol que se le recuerda a los «granotas». El Levante UD fue un equipo en el sentido literal del término, ofensivo, afilado, que descosió a un Celta huérfano de su único futbolista que a día de hoy puede salvar al conjunto celeste de la quema: Iago Aspas.

Con Campaña como eje del equipo, Rochina encargado de llevar las hostilidades sobre el área rival, y Morales de finalizador, el Levante UD encontró futbolistas que ayer se sumaron a la causa como Simon, que se destapó de interior derecha, y que parece que acabará por dejar en la grada a Jason después de confirmarse que su destino será Mestalla la próxima temporada. Aunque Paco López asegurara que el futbolista gallego se quedó en el banquillo por cuestiones deportivas, todo apunta a que será muy complicado volver a verlo de titular en el once.

Ayer, el Levante UD salió decidido a reencontrase con la victoria. No hubo lugar a la duda. Fue en un plis-plas. En cuanto Rochina rompió la línea de presión del Celta filtrando un pase preciso, Morales descompuso la defensa zonal a lo portugués de los de Miguel Cardoso (especialmente floja) para inaugurar el marcador.

No contento con el 0-1, los de Paco López demostraron los motivos por los que son el cuarto equipo más goleador de la categoría. Primero perdonó al rival, porque los azulgranas disfrutaron de ocasiones gracias a la rapidez de Simon por la derecha y a los buenos movimientos en el desmarque de Borja Mayoral, y luego porque el Celta evidenció que es un equipo en caída libre. Coke, de cabeza, marcó el segundo mostrando las vergüenzas defensivas celestes antes del descanso. Pese a no ser un futbolista de envergadura, Coke va de cine en el juego aéreo, sobre todo cuando hay que atacar la portería rival y llevar el balón a la red.

El partido se acabó al poco de la reanudación, cuando Boudebouz ejemplificó la impotencia del Celta al autoexpulsarse con roja directa por una durísima entrada a destiempo a Mayoral. Ni siquiera el arranque de rabia que tuvo el conjunto local tras perder a un jugador, le sirvió para meterse en el partido. El Celta mejoró algo sus prestaciones, es cierto, pero no le daba para más. Ni Lobotka, buen pelotero, que había entrado tras el descanso para evitar el descalabro, pudo hacer nada por evitarlo.

El Levante UD continuó con su plan perfecto a la espera de poner la puntilla, algo que sucedió cuando Morales volvió a hacer trizar a la zaga celtiña con un golpe de velocidad. El Comandante aprovechó un servicio de Mayoral para batir al meta Rubén con la puntita en un mano a mano. Quedaba algo menos de media hora para la conclusión y el 0-3 permitía a los de Paco López afrontar el resto del encuentro con absoluta tranquilidad. Doukouré, que había entrado al campo, pudo hacer el cuarto tanto azulgrana, mientras que por el Celta lo intentaron sin éxito Boufal, Brais Méndez y Jensen.

Cuando la parroquia local ya abandonaba Balaídos, Jaime Latre quiso dar un caramelito al Celta para endulzar lo que era una marga derrota en forma de penalti de Rober Pier que Brais Méndez trasformaría en el 1-3. Pero el Levante UD no quería concesiones. Ni prisioneros. Poco importó que fuera el último minuto de partido. Borja Mayoral, que ayer realizó quizás uno de sus partidos más completos de azulgrana, quería su gol. No paró hasta que lo logró.El delantero levantinista dejó una vez más en evidencia a la defensa del Celta y hasta al portero Rubén, al que batió con un disparo que se coló por debajo de sus piernas.