La tormenta a la que el Levante UD sometió al Real Madrid fue tan intensa que sería injusto resumir el partido con el protagonismo arbitral de Iglesias Villanueva, clave al decretar los dos penaltis que propiciaron la amarga derrota del conjunto de Paco López, valiente desde el primer minuto hasta el último suspiro. La iniciativa, las ocasiones fueron del conjunto azulgrana, que derrochó riesgo y generosidad ante su parroquia. Pero ni así, ni con dos postes y una constante sensación de peligro, se logró desnivelar un partido decidido con el VAR. El carácter transgresivo del videoarbitraje, ese impulso democratizador que despertó el elogio en el Mundial de Rusia, va adaptándose con los meses, con una naturalidad invisible, a la lógica del stablishment. Todo en orden.

El plan estaba diseñado al milímetro. La batuta era de Rochina, futbolista que luce en partidos como el de esta noche, de alfombra roja. Tras cada recuperación, Roger y Morales empezaban una particular carrera de 60 metros lisos para cazar envíos largos. Por su parte, Moses Simon corría y corría, con el 7 a la espalda e imbuido del espíritu libre de Félix Ettien. Bardhi empezaba a merodear la frontal del área. El Levante UD estaba vivo con la presión instalada en tres cuartos, con el atrevimiento que Paco López ha impregnado un código genético cada vez más limpio de la apología del yunque. "Hay dos clases de deportistas, los que salen a ganar y los que van a no perder". Y ni contra el Real Madrid deja de arriesgar el equipo granota. El peaje es la respiración contenida de la grada cuando sacas la pelota rasa y descubres, aunque te llames Erick Cathriel Cabaco Almada y sepas que el fútbol te ha dado otras virtudes, la adrenalina de nadar entre tiburones al filtrar pases delicados entre Benzema y Vinicius.

Todo vale la pena si consigues someter entre los minutos 19 y 25 al Real Madrid, incapaz de salir de su área. Primero Roger en un escorzo acrobático mandó su primera pelota al poste, al recoger una peinada de Rober Pier en el primer palo. Los levantinistas seguían meciendo el juego en campo rival. Modric, amordazado, no veía espacios porque la pelota nunca llegaba a ser suya. Rober Pier voleaba fuera una falta ensayada en el 29 y Roger volvía a tenerla en el 35. El Madrid solo respiraba a partir de errores del Levante UD en las entregas. Un despiste de Cabaco dejó a Vinicius con metros para recorrer, pero se enseñoreó con demasiados arabescos.

El Levante UD había sido tan digno y valiente que no mereció la forma con la que se adelantó el Madrid, en el 41, luego de un centro sin aparente peligro de Modric que Bardhi, en un gesto instintivo para protegerse el rostro, desvió con el brazo. Penalti que duele, que no fue ni protestado, pero penalti indiscutible. El VAR avisó a Iglesias Villanueva y Benzema se mostró implacable desde los once metros.

Por orgullo o por la incredulidad ante el castigo recibido, nada más sacar de centro y en una fulgurante triangulación, Morales desvía el desmarque de Roger. El torrentino vio, como los 23.018 espectadores, batido a Courtois, pero volvió a estrellar la pelota en el poste.

El partido, tras el descanso, seguía siendo de Rochina y Campaña. Y de un Roger que, ante cada revés, más se crece, más aumenta su apetito. Courtois salvaba con el pie otra ocasión del 9 azulgrana. En el minuto 57 el VAR no comparecía para sancionar un balón que Varane acomodó con el brazo en el límite del área. El desgaste físico del Levante UD alargó la distancia entre líneas y llevaba el encuentro al vértigo, con la posibilidad de contras del Madrid. Por eso Paco López introdujo a Doukouré por Rochina, con tarjeta y algo nervioso. En el 60 se demostró que el fútbol también es grato, que premia la valentía. Todo nace de un pase (con la derecha) del insistente Luna hacia Morales, que con la zurda arma un centro remachado a gol por Roger, quién si no, listísimo para cambiar con la puntera la dirección del balón al palo alejado de Courtois. Los números de Roger ya le colocan junto a los máximos goleadores españoles, como los Jorge Molina, Mata y De Tomás.

La única preocupación parecía la de sujetar la endiablada velocidad de Vinicius, capaz de superar a un central atlético como Vezo. Aitor Fernández salvó ante el joven brasileño el uno contra uno con un paradón. Entonces llegó otro penalti a favor del Real Madrid. Una patada temeraria al aire de Doukouré en el intento de despejar un balón silbó en la pierna de Casemiro. Iglesias Villanueva tardó varios segundos en decidirse. Si en el directo la jugada podía admitir debate, con las repeticiones ralentizadas las dudas se multiplicaban. Aún así se dictaminó la pena máxima. Bale marcó de penalti y se sacudió a los compañeros de encima que acudieron a felicitarle. Así saben los goles de los ricos.

Un agarrón a Dwamena le costó a Nacho la segunda amarilla. No cabía diplomacia en esta edición. Con superioridad numérica, al Levante UD le pudo la ansiedad. Rochina, desde el banquillo, era expulsado al lanzar una botella de impotencia. El duelo había sido una tormenta que pasó en un suspiro. Un partidazo enterrado en la polémica. Qué lástima.