Conocen ustedes de sobra cómo el parón estival dispara las especulaciones sobre fichajes y, con ello, la ilusión de volver a empezar. En todas las latitudes es similar. En Orriols, el anuncio de fichajes cerrados hace semanas (Clerc, Miramón), el retorno frustrado de Rubén, las noticias sobre operaciones tan esenciales como la marcha de Campaña, más que cantada, o las llegadas de Vezo y Kang In Lee, están solapando la iniciativa social más importante desde la marcha de Villarroel: la venta de acciones que podría dejar un 49% del Llevant en manos de pequeños y medianos copropietarios. El proceso, sin embargo, aunque largamente esperado, apenas está teniendo repercusión. Visto el escaso entusiasmo publicitario que se le está dedicando, cualquiera podría pensar que sus impulsores desean, paradójicamente, que sea un fracaso.

En la primera fase, destinada a accionistas, se podían comprar un máximo de tres (y se vendieron 2.204); en la segunda, para abonados, cuatro. Este periodo es el que, en caso de ser un éxito, contribuiría a una mayor horizontalidad de la propiedad societaria. El ritmo de venta actual, sin embargo, no augura que se alcance, en total, una cifra de más de 5.000 acciones vendidas, menos de un 30% del total.

El 13 de julio finaliza la segunda fase. Habrá entonces quien se lamentará de que el levantinismo, cuando tuvo su oportunidad, y en uno de los mejores momentos de su historia, no respondió a la llamada para hacer (más) suyo el club. Otros, sin embargo, se quejarán de que una iniciativa decisiva para el futuro no mereció ni siquiera una campaña promocional que movilizara a la hinchada granota a hacerse con el 49%.

En todo caso, si se considera romántico el argumento de un Llevant de tots o de un club mas democrático, hay otras buenas razones para comprar acciones en esta segunda fase. Las principales son conocidas: a corto plazo una acción (más cumplir asistencias y salvación del equipo) garantiza un 60% de quita en el pase 19-20; cuatro acciones (540 euros) representan ese descuento y otro adicional, de 300 euros, en los abonos de los próximos cinco años. En ambos supuestos, por tanto, se amortiza prácticamente la compra.

Hay otros motivos para comprar acciones y hacerlo ahora: el precio (135 €) está muy por debajo del valor de tasación, y aún lo estará más cuando el Llevant cuente con la ciudad deportiva de Natzaret y el estadio reformado y cubierto.

No voy a engañarles: ignoro por qué razón no se ha publicitado como merecía la venta de acciones. Tal vez haya habido discrepancias al respecto en la fundación, en el club o entre ambos. Quién sabe. De lo que no me cabe duda es de que en la tercera fase, en que cualquiera tendrá opción de adquirir paquetes de hasta 100 acciones, las 12.000 que presuntamente quedarán, van a desaparecer a velocidad de vértigo, ya que es una inversión más que razonable.

Con publicidad o sin ella, el levantinismo está ante una oportunidad única de poseer un pedacito del club de sus amores. No habrá otra como ésta. Hasta el 13 de julio.