El Levante se está acostumbrando a sumar los primeros tres puntos del año con presteza. Con la victoria frente al Villarreal, los granotes está convirtiendo en tradición empezar el campeonato con buen pie, ya que en las dos temporadas anteriores también había cerrado las primeras dos fechas del torneo con al menos un triunfo. A partir de ahí los dos primeros compromisos del curso han demostrado que el equipo de Paco López tiene cosas por mejorar, pero desde luego queda clara que la idea base es la de ser un grupo compacto, sólido y con amor propio. Sin ir más lejos los minutos en los que mayor seguridad ha transmitido el equipo tanto en Vitoria como en Orriols fueron cuando el 4-4-2 en rombo se dibujó sobre el terreno de juego. Desde ahí los granotes han demostrado que es la forma en la que mayor equilibrio se consigue tener sobre el terreno de juego.

El primer par de encuentros de LaLiga refleja que el equipo está en formación. No han sido actuaciones estelares, pero sí solventes y competitivas. La tranquilidad que proporciona ganar y la manera en la que se derrotó a los amarillos demuestran que el equipo tiene ese gen competitivo básico para no dejarse ir hasta el final de los partidos, algo que a la postre da muchos puntos a lo largo del campeonato. Ese es un factor que potenciar, pues frente al Villarreal el equipo se revolvió y gano el duelo a base de empuje. No obstante si después de la visita a Mendizorroza había que poner el punto sobre la defensa de las acciones a balón parado del rival, tras el Villarreal se agrega alguna tarea más por acometer. En primer lugar tocar la tecla adecuada para evitar que el equipo se parta en dos sobre el campo y que después de 180 minutos todavía no se ha marcado ningún gol en jugada.

Resolviendo el enigma

Aunque durante la pretemporada se estuvo preparando al equipo para jugar con el 4-3-3, en el estreno liguero Paco López prefirió el romo en la medular. Lo cierto es que el equipo compitió bien, pero le faltó algo de clarividencia en ataque en una plaza donde el músculo con Tomás Pina, Wakaso y Manu García dificultaba el hacerse con el control del duelo.

Frente al Villarreal se apostó por el 4-3-3 de inicio. El resultado fue un vendaval groguet, ya que Vukcevic estuvo superado por la vocación ofensiva de los laterales y del cuerpo de mediocampistas seleccionado. Una vez el equipo volvió a arroparse en base al 4-4-2 el equipo fue creciendo, aunque de nuevo volvió a pecar de falta de mordiente ofensivo. El técnico de Silla está tocando todas las teclas del piano para saber cuáles suenan mejor y más acordes al resto. Y prueba de ellos fueron los tres sistemas utilizados contra los groguets.

Así pues también parece evidente que el equipo no ha empezado con el porcentaje de acierto ofensivo deseado, ya que de los 32 (terceros de LaLiga) disparos realizados en los dos primeros encuentros ninguno se ha convertido en gol. Solo a través de los once metros por medio de Roger se ha conseguido ver portería. Mimbres hay, pero se necesita paciencia y seguir los pasos lógicos.