Con el encaje de bolillos de laúltimas horas de mercado, el Levante UD consiguió salvar in extremis la bola de partido que ha tenido durante todo el mercado de verano y de paso inscribir en LaLiga a Nemanja Radoja, al que a estas alturas todavía no ha presentado. Después de 15 bajas en una plantilla con excedente tanto en número de jugadores como de salarios, el saldo positivo en el fair-play apenas ronda los 60.000 euros, una cantidad mínima que de entrada compromete la posibilidad de reforzarse en enero si fuese necesario.

Teniendo en cuenta el esfuerzo económico en los fichajes de Sergio León y Melero más la cesión de Borja Mayoral, amén de no haber traspasado a Campaña, la operación definitiva para cuadrar las cuentas fue la de Prcic. Y es que a sabiendas de lo que acabaría ocurriendo con Doukouré y Sadiku, nada demasiado diferente al caso de Luna con el Rayo Vallecano, el traspaso del bosnio al Estrasburgo ha sido tan complejo como determinante.

Pese a estar tasado en 4 millones, económicamente la operación de Prcic ha estado por debajo del millón, al menos en lo que se refiere a la cuantía fija, alrededor de unos 600.000. Tras haber firmado en el verano de 2018 con la carta de libertad bajo el brazo, su ficha de 1,4 y las temporadas que le quedaban de contrato condicionaban y mucho la salida de un futbolista apartado desde el último stage del grupo en los ejercicios con balón.

Detrás del traspaso que el club confirmó oficialmente el mismo lunes se esconde una operación con una cantidad fija más otra variable por objetivos deportivos a la que hay que añadir el porcentaje de una futura venta. Una de las peculiaridades y a la vez complejidades del acuerdo es que el Levante comparte los beneficios de su traspaso con el propio jugador, que ha renunciado a lo que le quedaba de contrato (dos años fijos y otro opcional) para firmar uno de tres temporadas con el Estrasburgo.

A diferencia del caso de Prcic, las cesiones de Doukouré, sin opción de compra para un Huesca que apuntaba al groguet Cáseres, y sobre todo Sadiku, una de los inversiones más caras de amortizar de la plantilla, sí que las costeará el Levante UD prácticamente en su totalidad. En el caso del albanés, con el que se ha apañado otro año de renovación antes de cederlo, el club granota apenas se librará del mínimo salarial en Segunda A, 80.000 euros, pese a que su ficha alcanza el millón.