El Levante UD es difícil de adjetivar. Como ayer contra el Eibar, es capaz de una cosa y de la contraria, de lo mejor y de lo peor, de subir y bajar, de generar las suficientes oportunidades como para haber ganado bien a que el mejor volviera a ser su portero. En las antípodas de aquellos tiempos de Muñiz en los que jugaba metido en su área, el de Paco López está claro que es cualquier cosa menos eso. Pero también imposible de encasillar en un estilo.

La filosofía valiente cuando se pasa del centro del campo no se discute. Ni tampoco la temeraria, como cuando a cara o cruz se pone a sacar el balón con Campaña en la frontal. Una osadía que no es nueva, aunque al menos esta vez puso el pie fuerte. En esa locura programada es posiblemente en la que radica la singularidad de un modelo que hechiza a los adeptos y desespera a los detractores. Un equipo bipolar que, a imagen y semejanza de un entrenador llamado a marcar época, no causa indiferencia. Y al que, aun así, los resultados le avalan.

La realidad es que el Levante áun no ha roto el cascarón. Sin complejo ninguno, Paco López sale a un once y casi a un sistema distinto por jornada. Pero pese a seguir buscando la tecla, la distancia entre los siete puntos que lleva ahora en la tabla y el pleno de nueve en el Ciutat estuvo no en el planteamiento sino en el desacierto. Demasiados fallos en la definición y el último pase en una tarde con la coartada del calor. Pulmones oprimidos y vista nublada.

Desde el gol de Mayoral en la segunda parte contra el Real Madrid a la parada salvadora de Aitor a Inui, la sensación es que el equipo terminará cogiendo altura. Pero, como le pasa a los aviones, la fase de despegue es peligrosa. Suerte que Aitor, de nuevo providencial, lo salvara de estrellarse. Y es que, fiel a su estilo, el Levante no decepcionó. Igual que casi siempre se va de un partido con la posibilidad de haberlo ganado, también ante los de Mendilibar lo hizo con la de poder haberlo perdido. Es lo que hay, que dicen por ahí, cuando se juega el filo. De haber estado finos unos y otros, sobre todo cuando el cansancio pasó factura y se multiplicaron los espacios, el marcador se habría parecido más a los de la temporada pasada: 4-4 en Ipurua y 2-2 en el Ciutat.

Aunque la presencia de Vukcevic en la grada haya quien la explique por las rotaciones, el montenegrino ha pagado, como Duarte, los platos rotos. Ni él estuvo a la altura en el Bernabéu ni tampoco Duarte, aunque el peor contra el Eibar fue Vezo. El portugués, desconocido desde que apareció por la caseta en pretemporada, fue el jugador más peligroso de los armeros. Su horrible actuación individual, extensible a una línea defensiva que perdió todos los duelos por alto, incluso camufló que el problema gordo sigue estando en el centro del campo.

La solución pasa por cruzar los dedos para que con Radoja vaya la vencida. El pie del serbio se notó poco, pero el crecimiento del equipo depende de lo que aporte cuando esté rodado y Paco lo vea en condiciones de no darle sólo los últimos 20 minutos. Entre Melero y Campaña no quedó claro quién era realmente el pivote defensivo, así que el Eibar campó a sus anchas. Las mejores ocasiones, curiosamente, llegaron de sendos saques de banda. El primero a los cinco minutos, salvado por un pie de Aitor. El segundo, por la ayuda del poste.

Aunque ninguna fue tan clara como esas, el Levante tuvo más, de la de Campaña al disparo de Rochina pasando por las carreras de Morales. El Comandante se marchó contrariado con el cambio, pero lo cierto es que cuajó uno de sus mejores partidos de vuelta a la banda. En su lugar Roger y Mayoral compartieron delantera, aunque la voluntad de los dos nueves por asociarse no se tradujo en resultados: el Pistolero no disparó y al de Parla su tiro le salió por la culata. Viendo lo que ocurría desde el banquillo, Sergio León se lo pensó poco cuando entró para cargar la pierna en una de las últimas ocasiones claras de un Levante que sigue a una victoria o una derrota de lanzarse o estancarse.

Paco López «Ambos equipos hemos tenido ocasiones de gol»

Paco López, técnico del Levante, indicó que su equipo y el Eibar habían tenido muchas ocasiones de gol en el duelo que les enfrentó en el Ciutat de València y que valoraba el punto a pesar de que querían los tres en un choque marcado por «el esfuerzo, el trabajo y la fe» del equipo. «Fue un partido en el que tuvimos ocasiones muy claras y en el que nos encontramos con un rival que hace la presión muy alta, por lo que se ha visto un partido de ida y vuelta en el que nos ha faltado claridad en las acciones determinantes de ataque», continuó.

Coincidió con José Luis Mendilibar, entrenador del Eibar, en que el calor, pero sobre todo la humedad, había condicionado el choque. «Los futbolistas han terminado fundidos. Habrá cambios en el próximo encuentro», señaló Paco López en alusión al encuentro intersemanal ante el Betis. «El objetivo era estar ahora con nueve puntos. Tenemos siete tras el empate. Hemos tenido problemas en el último pase, pero hemos generado mucho y no estamos preocupados porque la falta de gol solo ha sido una cuestión de acierto».