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Paco López: críticas y confianza

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el xativí Rubén García nos sitúa hoy frente al espejo. Que él sea titular indiscutible en Osasuna, en Primera, delata cómo somos en Orriols. No unos ni otros. Todos. Poco antes de marcharse al Sevilla aún se escuchaba un rumor en la grada cuando Iborra perdía un balón. Algún listillo se atrevía, incluso, a afirmar que era un «paquete». Antes había sucedido con muchos, entre ellos con otro mito, Latorre, el gran capitán del Llevant de los años del plomo. Dolía en el alma escuchar burlas hacia su fútbol.

Iconoclastas con el de casa. Así somos, peores que los vecinos a los que tanto criticamos. Reímos las gracias al primer furtapollastres que viene de fuera y esperamos el mínimo fallo del de casa para fusilarlo. Rubén es un caso reciente: se le exigió más que a otros, se le ninguneó, se le negó el pan y la sal. En Pamplona es Dios. Aquí jamás hubiese triunfado. Por eso no quiso regresar. Si no cambiamos, malament.

Provincianismo. No siempre fuimos así de cainitas. Viene de los 70. De repente nos perdimos el respeto. Le quitamos el nombre del estadio a Antonio Román, el mejor presidente de nuestra historia, pero le dimos la vuelta al ruedo a Ruíz Mateos porque anunció que evitaría un embargo de la virgen. Bandas, desfiles de peñas, enseñas históricas. Todo para impresionarlo. Puro provincianismo y esperpento, material berlanguiano de primera.

A por Paco López. Es malísimo, de Segunda B, dicen. ¿Qué importa que con él hayamos practicado el mejor fútbol en 110 años? Es ambicioso y pretende poner al equipo en otra dimensión, un escalón más arriba, para consolidar la felicidad que llevábamos un siglo esperando. Pero, ¡ay!, es valenciano y levantinista. Podría ser nuestro Ferguson, con campañas mejores y peores, pero sabiendo quién somos, de dónde venimos y no consintiendo a nadie que nos diga qué no podemos hacer. Imposible, es valenciano. Que con mejores o peores plantillas, incluso cuando vinieran mal dadas, no estuviera en riesgo el proyecto. Imposible, es granota. Que fuese bienvenida la crítica constructiva porque se valoraran las cosas con la perspectiva del trabajo a medio y largo plazo. ¡A la calle!

Hechos, no resultados. Si hay que aplaudir en la derrota, contra corriente, se hace. Si hay que criticar en la victoria, también. Sin mamazos, resultadismos ni histerias de diversa índole. Se trata de ponderar, de contar lo que se ve, de analizar los porqués. En un contexto de sensatez. López es valenciano y granota, uno di noi, pero sobre todo es un gran entrenador. Comete errores y tiene defectos (¿quién no?) pero escucha y es inteligente: sabe corregir, crecer. Es un lujo para el levantinismo que de repente, casi sin darnos cuenta, seamos (en parte gracias a él) capaces de ganar a cualquier. Las críticas son un infalible método de superación. Sobre todo cuando detrás existe un poso de confianza.

El mejor Llevant de la historia lo construirá Paco López. Mejor que el que nos brindó aquel derroche de fantasía ante el Barça. Queda mucho por trabajar pero ese es el camino. Merece la pena ayudar a conseguirlo. Con críticas constructivas y confianza.

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