Si alguien quiere escribir un manual sobre cómo echar un partido al traste, que se vea el de ayer del Levante, un equipo descosido e incapaz de responder a los golpes, vapuleado y reducido a la más mínima expresión por uno de los rivales con más oficio de la categoría. En la antesala del Derbi, al que los granotas ya no llegarán por delante, Paco López no consiguió hacer de la necesidad virtud para que, pese a llegar tambaleándose por las bajas sobre todo de Melero y Campaña, los suyos se mantuviesen en pie sin caerse. Tras una puesta en escena al menos aceptable, la versión con la que se volvió del descanso resultó deplorable. La lluvia del Coliseum se convirtió en un baño de realidad para un Levante que en cuanto baja el pistón, y así volvió a demostrarse, se convierte en ramplón y vulnerable. Como declaró Morales a la finalización, es «para hacérselo mirar». Sobre todo viniendo de unas semanas en las que por el rabillo a lo que se quería mirar era a Europa.

Con toda la justicia del mundo y sin necesidad de despeinarse, el Getafe se dio un paseo triunfal. Le bastó con el balón parado, desde luego made in Bordalás, para marcar cuatro goles en un abrir y cerrar. Encima, en el primer reencuentro con sus excompañeros, Jason se encargó de sacar dos de los córners que acabaron en gol, mientras que otros viejos conocidos como Molina, que marcó un penalti dudoso, y Ángel, autor del testarazo del tercero , también dejaron su firma. Timor, desde la frontal, coronó la ceremonia de la confusión con una falta directa en la que superó por debajo a la barrera. Aitor, tal y como captaron los microfons de ambiente, estaba pidiéndole a los suyos que no saltaran.

Está claro que pocos equipos optimizan tan bien su fútbol como el Getafe que, a diferencia de cómo lo gestionó el Levante, despachó el trabajo como un autómata, a cuchillo en el área rival. En días así es cuando la posesión acaba siendo una estadística de vanidad. También en los que se echa en falta a jugadores que aporten un plus en ausencia de los titulares. De Vukcevic, el refuerzo más caro de la historia, y de su peso específico en el centro del campo, nada que escribir que no se esperara ya. Pese a que los derroteros del partido a esas alturas ya estaban claros, el punto de inflexión para la debacle fue el penalti. El VAR podría haber corregido la decisión tanto por el misterio de si el balón venía de fuera como por la imagen en la que se aprecia que es Molina quien engancha a Duarte y no al revés. Sin embargo, Estrada prefirió quedarse de cháchara haciendo tiempo con los jugadores mientras en la sala decidían por él. Visto lo visto, los granotas podrían haber aprovechado ese rato para reajustarse y acertar a defender las jugadas de estrategia.

Bajo un aguacero y ante un rival como el Getafe, el contexto se volvió todavía más espeso y trabado. Y, aunque tardó en moverlo, con un banquillo de circunstancias lo cierto es que poco podía hacer Paco López más que tirar de delanteros aun a sabiendas de que, por desgracia, no era ahí donde estaba el verdadero problema. El técnico de Silla visualizó un partido con metros para que Morales corriera, por lo que el único damnificado del once titular fue el goleador Roger en beneficio del Comandante, que adelantó su posición. Borja Mayoral reforzaba con sus ayudas la parcela ancha, donde ya se contaba con que Vukcevic se limitaría a labores de sostén y poco más. Ni sus propios compañeros, conscientes de su armariaje, lo buscan en la fase de construcción.

Antes de que se desplomara, con la clásica línea defensiva del Getafe en bloque alto, el Levante vio cómo le anularon por fuera de juego primero un gol de Bardhi, de los pocos que se salvaron de la quema, y un disparo al poste de Mayoral. Era otra fase del partido en la que David Soria olía a chamusquina con cada aproximación granota. Un doble remate de Duarte, preclaro en la salida del balón y certero al corte con Ángel, y un libre indirecto en el que la barrera no cumplía con la distancia fueron las otras grandes amenazas para un Getafe que apenas llegaba a cuentagotas. Un espejismo.

La bestia estaba agazapada y pese a que parezca mentira es como si el Levante no se la esperase. Sin reacción alguna, el equipo empezó desde el 1-0 una caída cuesta abajo que solamente se detuvo con el penalti. Lástima que fuese en esas en las que le tocara debutar a Pablo Martínez.