Pese a lo feo que se le puso el día con el tempranero gol de Iago Aspas, el Levante pudo finalmente brindar con su gente y colgarle un broche perfecto a 2019. El Ciutat disfrutó de una remontada que deja a los granotas en una posición inmejorable de cara a la cuesta de enero. Son 12 puntos de ventaja sobre los puestos de descenso y apenas 4 los que separan de Europa en vísperas del mercado de enero, un escenario en el que no hay previstos fichajes ni falta que hacen. Superado lo peor del trance en la enfermería, desde las dolorosísimas derrotas en Getafe y el Derbi, los de Paco López han encadenado una racha tan triunfal como convincente.

El Levante es un equipo seguro con una línea de ataque soberbia, un centro del campo diferencial y una defensa a la que el resto de líneas disimulan las carencias. La peor de todas, la que tiene que ver con esa hemorragia defensiva que no hay manera de cortar a balón parado. Y es que incluso en un día en el que Cabaco estuvo por encima de la media, cada jugada de estrategia fue sinónimo de ocasiones en contra. Entre ellas el remate de Aspas a la red tras un córner en el que el VAR no encontró punible un empujón de Araujo. Sin embargo, después de un primer acto en el que el Celta fue capaz de hacerse con el control gracias a la presión de su línea de tres, el Levante salió al campo en el segundo necesitado de encontrar la marcha que Paco López le metió desde el banquillo con la entrada de Borja Mayoral. El de Parla, que coronó el marcador cuando los celestes ya estaban desabrochados, fue mano de santo para que la decoración cambiara por completo.

Con Mayoral y un Roger sumado ya sin discusión para la causa, la luz llegó por la ventana de Morales, el primero de los pretorianos del entrenador. El Comandante aceleró el rato que el míster lo devolvió a la banda y por ahí llegó la reacción. El Pistolero, que cambió el chip tras el descanso, firmó un doblete con el que suma y sigue gracias a Mayoral, el socio con el que mejor empieza a casar. En el primer gol se aprovechó de un rechace suyo y en el segundo le agradeció la asistencia. El Levante administró esta vez a la perfección la renta y con el Celta panza arriba hasta Vukcevic probó a chutar. El tercer gol no dejaba de rondar, ya fuese a través de las faltas de Bardhi o del penalti que el VAR pasó por alto sobre el macedonio. La polémica arbitral, eso sí, pasó más factura a los gallegos, que reclamaron que el segundo gol venía de un fuera de banda en el que parte del mérito hay que dárselo al recogepelotas que le puso en bandeja el balón a Toño. El lateral izquierdo fue una de las mejores noticias del día.

La remontada dejó muchos vencedores pero el que más fue Paco López, cuyo movimiento desde el banquillo decantó la balanza. El técnico quitó a Rochina, perdido por los pasillos interiores, y moviéndolo al costado demostró porqué es tan importante que, por encima de picos, Morales juegue contra viento y marea. Su sello diferencial no se discute, como tampoco el de Roger, cuyo carácter acaba impregnando al resto. Más allá de sus siete goles salta a la vista que el talante del ariete de Torrent es otro. Rectificar a tiempo y esquivar la expulsión que llegó a rozar por su exceso de verborrea con el árbitro fue de sabios. El Celta, pese a lo bien que entró al partido, desaprovechó sus ocasiones de agrandar la ventaja cuando iba 0-1. Aidoo remató desviado estando completamente solo y Aitor, que en el gol no consiguió repeler el balón cuando lo tenía encima, hizo el resto con una salida a zona de tres cuartos para taponar un contragolpe con muy mala pinta o adelantándose a Santi Mina tras una perdida de Toño. El Levante, por contra, cada vez que llegaba era para rematar a palos. Por pegada la distancia con el Celta es todavía más grande que la que dice la clasificación.