En un partido en el que la prioridad de Paco López era recuperar empaque defensivo, un tostón que tras la lesión del Chimy Ávila estaba destinado a un insulso empate a cero, el Levante acabó llevándose una nueva derrota, la cuarta seguida, por culpa de su falta de claridad, de sus desconexiones y, sobre todo, de la decepcionante actuación de Campaña. Aunque el entrenador, cuya confianza ciega es un acto de fe, lo tiene siempre en sus oraciones, el centrocampista andaluz ofreció todos los síntomas de la desidia en El Sadar. Superado por todos lados, en una jugada intrascendente buscó y encontró a Brasanac dentro del área, al que bloqueó sin venir a cuento. Soto Grado no lo vio, pero se lo chivó el VAR. Riguroso si se acepta pulpo como animal de compañía, pero penalti.

Perdonó Osasuna al principio, con un balón al larguero en plena empanada del Levante, pero los rojillos acabaron haciéndose cruces con la lesión del Chimy Ávila, un suceso de auténtico impacto: El Sadar perdió el pulso pensando en los ligamentos de su rodilla, sometidos a un giro imposible de rodilla. En la otra portería, sin embargo, Sergio Herrera no dobló el lomo hasta que lo forzó Morales, ya cuando todo estaba perdido. Roger repartió un par de buenos pases, pero Rochina llegó mal y Borja Mayoral tarde. Poca historia más.

El Levante no jugaba de salida con el 3-5-2 desde la derrota en el Santiago Bernabéu, primera y última vez hasta este viernes con el sistema que llegó a ser un día la solución a todos los males pero que a fuerza de usarlo dejó de funcionar. Contra el Real Madrid, sin apenas haberlo entrenado, fue un desastre. Y el arranque, con problemas para asimilar el cambio, de nuevo resultó igual de desalentador. Lejos de servir para detener la sangría, en cinco minutos Osasuna hizo seis remates. Nada más arrancar la defensa se comió un saque de banda y Vezo pifió el despeje. Falló el Chimy, peleón pero a muchos metros de su trinchera. Roberto Torres remató a la siguiente al larguero. Para variar, tras un balón parado. Cundía el desconcierto y ni siquiera Aitor, siempre garantía, infundía tranquilidad. Los delanteros rojillos no estuvieron al quite para aprovechar su despeje con puños de mantequilla.

El Levante, que tuvo la suerte de salir con vida, confirmó en los primeros compases las sospechas que venía alimentando en las primeras semanas del año, un tramo en el que su imagen ha ido siendo cada vez más grave. Tras el entreacto, en cambio, se sintió más cómodo. Pasada la peor parte, Osasuna bajó el pistón y, aunque Sergio seguía siendo un espectador, los granotas al menos cogieron el sitio en defensa. En busca del 'punch' que le faltaba, con 20 minutos para ganar en ambición, Paco tiró de Morales y fue entonces cuando el Levante generó su ocasión hasta entonces más clara del partido. A Roger le rebañaron el balón cuando, tras una incursión de Toño, se disponía a rematar a puerta vacía. Sin embargo, la burrada de Campaña pasó factura. Nadie se extrañó del derrumbe.