Después de muchos partidos dando pedales como un descosido, al Levante se le salió la cadena en el Real Arena, escenario en el que no importaron los avisos de que se venían curvas para volcar en la primera y no ser capaz de rehacerse hasta la última. Tras el desfonde de la Copa, sobre todo a nivel mental, hasta el presidente se había plantado en el centro del campo en Buñol para alertar con mano izquierda de lo que se veía venir. Pero nada. En cuanto vino un giro, el equipo de Paco López se salió de la carretera y ahí se quedó, al borde un precipicio. Todo el partido con la rueda pinchada, incapaz de ponerle un parche y con Dani Cárdenas en modo glorioso. Además de evitar una goleada, gracias a él se permitió el lujo el Levante de rozar en el descuento un empate que habría sido milagroso. Duarte cabeceó fuera un córner que el portero también subió a rematar.

El tempranero gol de Mikel Merino fue a la postre el único pese al presagio de una goleada de escándalo. Habría sido lo normal depsués de 25 remates de la Real Sociedad, ocho de ellos entre palos. Indemne de los efectos de la resaca copera, las intervenciones de Cárdenas fueron inverosímiles, lo que reconfirma el porqué de haber reordenado los roles en la portería. Dentro de una alternancia con Aitor que se prevé hasta final de temporada, el catalán disolvió un capazo de oportunidades. Con tramos de absoluto baile, la Real Sociedad fue de oportunidad en oportunidad hasta que a la tercera fue la vencida. Primero Merino chutó al palo y a la siguiente se la paró el portero, pero producto del rechace llegó el 1-0. Con tendencia a la fatalidad en el área propia, Vukcevic se comió la vigilancia y el centro de Oyarzabal a la cocina lo remató a la red entrando desde atrás. Era el minuto 10 y se veía venir un calvario.

Sin solución de continuidad, Coke trabó a Oyarzabal en el área. Sin embargo, el capitán txuriurdin ha perdido el toque desde el punto fatídico y su ejecución fue desastrosa. Picó además en la trampa de Cárdenas, que le hizo luces por el palo derecho. Como si se hubiese cegado, el chut le salió tan desviado que se destrozó la camiseta de la rabia. Había empezado el recital de Cárdenas, que tuvo continuidad con un brillante a mano a mano ante Isak tras una grosera pérdida de Duarte. Salvo un par de anécdotas, todo se jugó en el área granota, lo que convirtió la presencia del guardameta en omnipresente.

De vuelta del descanso marcó otra vez Mikel Merino, aunque se anuló por fuera de juego de Isak. La jugada fue calcada a la del primer gol con la diferencia de que la asistencia fue esta vez de Silva. La Real no atinaba. Duarte salvó bajo palos la siguiente y luego puso la cara para desviar a córner un tiro de Silva, al que Januzaj habilitó con un taconazo desde la frontal. Del banquillo salieron Malsa y De Frutos con la esperanza de que el equipo se reanimara sin Vukcevic y Coke, ambos sin constantes vitales. Pero el panorama no cambió en exceso. Son volvió a sacar bajo palos otra escaramuza de Silva y Cádenas siguió a la suya. Isak se coló con suficiencia hasta la cocina pero el celestial Cárdenas estuvo tan soberbio como cuando minutos antes había despejado un remate de córner al larguero.

El primer disparo del Levante lo hizo Son tras una buena jugada de Rochina a los 68 minutos. Con los recursos bajo mínimos, Roger tuvo su oportunidad en los últimos 20, aunque la noticia fue la entrada de Doukouré más de dos años después. Entonces sí, el Levante se reactivó, aunque las ocasiones siguieron cayendo del mismo lado. Portu enfiló portería pero a esas alturas la figura de Cádenas se había agigantado tanto que ni se atrevió a encararlo y la vaselina se le fue alta. En el penúltimo toque de corneta, Bardhi rozó el gol olímpico, pero Álex Remiro tocó lo justo para mandar el balón al larguero. Ver para creer que el partido acabara en la portería local con el Levante porfiando por el empate.