Antonio Calpe nació y murió con pedigrí levantinista porque su padre, campeón de Copa en 1937, también defendió con orgullo el nombre aunque aun con colores de la fundación, previos a la Unión Deportiva. Triunfó en el Real Madrid con la defensa que formó junto a De Felipe y el internacional de Alberic, Manolo Sanchis, a quien Matías Prats cambió el apellido y desde entonces los Sanchis se llaman Sanchís. Calpe fue campeón de Europa, y con la Copa se negó a visitar a Franco en El Pardo por su postura antifranquista. Ganó la Liga y la Copa en varias ocasiones con el Real Madrid, pero a quienes somos de su generación sus recuerdos nos llevan a aquella temporada en que el Levante hizo dos gestas ante el Deportivo de La Coruña: la primera, al eliminarle en el Bernabéu en partido de desempate de Copa y, posteriormente, al dejarle en la cuneta en los encuentros de ascenso a Primera.

Yo estuve en Riazor la tarde en que Rodri detuvo un penalti y por delante formaron Céspedes, Pedreño, Calpe, Camarasa, Castelló, Valls, Currucale, Wanderley (hermano de Waldo), Domínguez y Serafín. Aquél año, Vallejo alcanzó su primera gran gloria liguera. Aquel año, y ya ascendidos, los azulgrana incluso goleador al Barça. No se pudo mantener en primera mas de dos años, pero el club alumbró a jugadores de casa como Pons a quien llamaron «El Cordobés» por su parecido con el torero andaluz. Mas fue la salida de futbolistas como Valls, Pedreño, Currucale, Serafin y el propio Calpe, lo que cortó la primera gran etapa granota.

Calpe era un defensa más técnico que contundente. Llegó a Internacional B, lo recuerdo en Córdoba, ante Portugal, en tarde en que el vicepresidente del club, Blas Escrig, flirteaba con la posible fichaje del sevillista Gallego, que finalmente vistió de azulgrana pero en el Barça. Calpe se ganó la admiración del Bernabéu y formó parte del grupo de jugadores valencianos a quienes el presidente del Madrid, don Santiago, tenía en consideración porque les dirigía algunas palabras en nuestra lengua. Bernabéu era hijo de un abogado de Ontinyent y le gustaba recordar las frases que había oído a su padre.

Antonio marcó una historia en el Real Madrid que no fue publicada porque los tiempos no eran para ello. El Madrid, campeón de Europa con Gento, Amancio, Velázquez, Grosso, Zoco y demás figuras, tuvieron que acudir a El Pardo a llevar la Copa de Europa a Franco. Sorprendentemente, en el vestuario madridista hubo un jugador que anunció que se negaba a ir a visitar al Caudillo a quien conmiseraba un asesino porque un tío suyo había sido fusilado después de la Guerra. Calpe dijo que no quería acudir porque ello sería sufrimiento para su abuela. Calpe fue uno de los escasos individuos populares que plantó cara al franquismo. El Madrid no justificó su ausencia ni le dio publicidad. Calpe no fue propiamente un ídolo en Madrid porque fue siempre un individuo orlado por la modestia. No en entró en el mundo de la farándula cosa que si hicieron en algún caso jugadores de la plantilla. Antonio fue de los que vuelven a casa. Dejar el Madrid supuso su reencuentro con Vallejo, el mítico recinto del Gimnástico que, entre otros deportes, albergó un velódromo en el que se disputaron campeonatos de España de velocidad y entre los ganadores estuvo el villarrealense Juan Bautista Lloréns.

Vallejo tuvo también canódromo y pista de atletismo. En esta corrió pruebas de semifondo Luis García Berlanga a quien insultaban llamándole «sardinilla» porque su cuerpo no daba para más. En esas mismas pistas batía records de España Juan Antonio Caparrós, deportista salido de las doctrinas de la Institución Libre de Enseñanza. En los últimos tiempos del atletismo brilló el fondista Marcelino. Las carreras se disputaban durante el descanso de los partidos de fútbol. Calpe es la memoria del levantinismo que pasó por etapas de futura grandeza y amarga depresión con la economía por los suelos. Antonio estuvo en esas épocas en las que hubo que apretarse el cinturón. Pasó por varios cargos dentro del club y hasta los últimos días en que se reencontró a sí mismo no dejó de ser levantinista.