El día de ayer, 7 de abril de 2021, será recordado como uno de los días más tristes para el levantinismo. Antonio Calpe, leyenda de la entidad y uno de los futbolistas más importantes de toda la historia del Levante UD, falleció y deja atrás un enorme legado y muchas memorias de lo que fue su paso por el club de Orriols. También de lo que hizo fuera. Y es que Antonio Calpe no solo fue patrimonio granota sino que fue uno de los mejores jugadores del fútbol español y un talento que hizo levantar a la afición del Real Madrid, con el que conquistó varias ligas y una Copa de Europa. Pero pudo no haber llegado a la Castellana, ya que estuvo a un paso de firmar por el Real Madrid.

El defensa estaba a un paso de firmar por el Sevilla. Todo parecía concertado. El fichaje estaba cifrado en un millón seiscientas cincuenta mil pesetas, como así escribía la web del Levante, con además un documento en el que se podía ver que todo estaba acordado. No obstante, los acontecimientos dieron un giro cuando estando en el hotel apareció la figura inconfundible de Antonio Calderón. El gerente del Real Madrid advirtió que el club que seguía la estela de Antonio Calpe era el club blanco, aunque no estaban de acuerdo en abonar un 10 por ciento para Guillamón. ¿El motivo? La entidad que representaba, según aseguraba, nunca incurría en el subterfugio para acometer contrataciones. Al final, el traspaso no fue al Sevilla y Calpe pasó a convertirse en nuevo futbolista del Real Madrid, un traspaso que se cerró por 1.650.000 millones de pesetas.

En 1962, el defensa se convirtió en futbolista del Levante UD y en una de sus primeras entrevistas ya dejó claro que una de sus grandes ambiciones era jugar en la máxima categoría. «Jugar en Primera. Y si puede ser con el Levante mejor que mejor», contestó. Y su sueño se hizo realidad. Con un nivel excepcional y como una de las figuras del equipo, el defensa logró convertirse en uno de los iconos del primer ascenso y disfrutó dos años más en el conjunto granota.

Después viajó a Madrid para enfundarse la camiseta blanca y ser también leyenda en el club de la Castellana para volver de nuevo a la que fue su casa. A su hogar. Un ida y vuelta para cerrar el círculo y además en un momento delicado para la institución.