A la guerra hay que ir con el cuchillo entre los dientes. No puedes ir al frente sonriendo porque te expones a que se te lleven con los pies por delante. Eso es en parte lo que le sucedió ayer a un Levante que se mostró incapaz de buscarle las cosquillas a un Sevilla muy solvente. Con eso y un balón cazado por En Nesyri a la espalda de la defensa azulgrana le bastó para ganar al equipo de Lopetegui y para dejar en el entorno granota la sensación de que la temporada aún se puede hacer muy larga porque con esto no basta.

Sorprendió Paco con el once, aunque en una semana con tres partidos y tras el último correctivo encajado casi que se veía venir. El equipo entró en el partido con la suficiente intensidad como para neutralizar de inicio a un Sevilla que sigue con opciones matemáticas incluso de luchar por LaLiga. Además, había dicho Paco López en la previa que si veía a algún futbolista de su equipo con las chanclas ya puestas no iba a volver a jugar. Sería injusto dudar del compromiso de estos jugadores porque más allá de la falta de acierto, el equipo nunca ha dado la sensación de dejarse llevar en lo que a actitud respecta... pero parece que falta combustible y uno no quiere ni pensar que puede que también algo más.

Durante el primer acto, en el que tiene pinta de que algún aficionado se permitió el lujo de pegar una cabezadita en el sofá de esas en las que no quieres que Morfeo te venza pero acabas cerrando los ojos irremediablemente, pasaron muy poquitas cosas. La mejor ocasión sevillista fue un disparo desde la frontal de Joan Jordan. Era el m. 7 y hasta el descanso la situación estuvo al menos controlada por un Levante que tuvo como aproximación más peligrosa un centro chut de Melero sin rematador.

En la reanudación el Sevilla dio la sensación de entrar con un poquito más de ambición y quizás fruto de ello Suso aprovechó la pasividad de Malsa en el eje para recoger un balón suelto, conducir hasta levantar la cabeza sin oposición y meter un pase al espacio que En Nesyri aprovechó para encarar a Cárdenas y driblarle con solvencia, volver a ponerse la pelota en la pierna izquierda y hacer el 0-1 a la postre definitivo (53’).

No tardó el técnico granota en hacer cambios dando entrada a Morales y Rochina. El Levante se estrelló una y otra vez contra un muro y además por momentos se encontró con un rival que le escondió la pelota con efectividad y hasta cierto aire de superioridad. De hecho, estuvieron los sevillistas más cerca del 0-2 que el Levante del 1-1.

De ahí al final lo mismo que desde el principio: ni un disparo del Levante entre palos que haya comprometido a Bono. Bajo una fina lluvia en el Ciutat ha dado la sensación de que podrían haber estado jugando dos días más y el Sevilla habría achicado toda el agua con relativa comodidad.

Si es una cuestión mental, quedan alicientes todavía como para no poder permitirse el lujo de pensar en otra cosa. Si es una cuestión física, las seis jornadas que quedan pueden ser una tortura. Confiemos en que sencillamente el Levante se enfrentase ayer a uno de los mejores equipos de esta Liga.