En pleno trance por el final del sueño copero, el presidente del Levante se plantó en Buñol a la mañana siguiente para dirigirse en primera persona a la primera plantilla después de una noche de lágrimas. Aunque no estaba previsto, ya que su presencia en la Ciudad Deportiva obedecía a las pruebas PCR, las cámaras del club llegaron a tiempo de captar el momento improvisado en el que Quico Catalán le dio por un lado las gracias a los futbolistas y técnicos por lo que habían logrado pero por el otro les lanzaba el mensaje de que «esto no se ha acabado» y que «la diferencia entre los ganadores y los perdedores es que los ganadores se levantan en los momentos jodidos». Ayer, mes y medio después, se repitió la escena, que no el discurso, en vistas de la peligrosa deriva en la que se ha entrado, lejos del «mínimo exigible» del que habló Paco López el pasado sábado.

Sin cámaras y lejos del campo, en una reunión privada, Quico volvió a hablar con la plantilla. Las últimas tres derrotas consecutivas han decretado el estado de alarma, una consecuencia directa del antes y el después de las semifinales de Copa.

El discurso

En esta oportunidad lo que empujó al presidente a tomar cartas en el asunto fue el momento complicado que se está viviendo a nivel interno en el club. El presidente, con un tono muy directo, reconoció que es una situación complicada para todos, incluido el cuerpo técnico. Y que más allá de que cualquiera pueda cometer errores, la actitud en el campo es innegociable: la imagen contra el Elche fue impropia de los jugadores que deben defender el escudo granota. La realidad es que el tono apagado de las últimas jornadas no ha sorprendido porque entraba dentro del guión, pero lo que nadie se esperaba es que el socavón fuese tan profundo. Ni que obedeciese a tantos motivos: deportivos, técnicos, tácticos y también médicos por la retahíla de ausencias a cuestas.

Después, con Paco López

La mañana fue intensa en Buñol porque después de la reunión con el presidente se produjo entre Paco López y los jugadores a solas. Apenas habían pasado dos días de la comparecencia más crítica del técnico, que se declaró y no de cara a la galería como «máximo responsable» de lo ocurrido no sin dejar un recado para los jugadores sobre el que volvió a incidir durante el análisis de los cortes de vídeo del partido. «No tengo defensa para lo que ha hecho el equipo», había manifestado Paco, que no habló de falta de actitud sino de desacierto «en el juego y las situaciones de partido». Entre otros aspectos, la charla táctica versó sobre el elevado y continuo número de pérdidas de balón más todos los errores no forzados que terminaron condenando al KO a los granotas.

No es la primera vez, cuando vienen mal dadas, que el tono se eleva en los entrenamientos, tanto de cara al grupo en genero como a jugadores concretos de manera individual con los que también estuvo hablando. Quedan cuatro días para enderezar el rumbo y que la imagen en Balaídos sea muy distinta.