La semana pasada se empezó por Óscar Duarte y después llegó el turno de Postigo. El Levante, tal y como habían anunciado Manolo Salvador y David Navarro, ha intensificado en los últimos días las negociaciones. Lo ha hecho, además, con independencia de sus respectivas cláusulas de renovación por partidos. Y eso que los dos, con cuyos agentes se está hablando desde finales de marzo, la tienen a tiro de piedra: Duarte puede cumplir el requisito de haber jugado el 60 por ciento de los minutos el próximo viernes, mientras que a Postigo le faltan tres partidos con un mínimo de 45’ para llegar a los 25 oficiales. Aún no hay acuerdo, pero tampoco debe dilatarse. Como ocurre en estos casos el tira y afloja se encuentra en la duración de los contratos y el encaje dentro del complicado cuadro salarial de la 21/22. Por calidad-precio han sido de los más rentables.

Para Postigo, la próxima temporada será la sexta de granota; para Duarte, la tercera. Aunque la defensa es la línea más discutida del equipo, es evidente que su rendimiento ha estado por encima de las expectativas. El primero se asentó en la élite tras el ascenso y es uno de los capitanes; el segundo, favorecido por las limitaciones económicas y a salvo de lesiones, se ha convertido en un indiscutible desde que en la jornada 16 puso fin a dos seguidas fuera por decisión técnica. Ambos aportan un plus muy valorado de puertas hacia adentro, sobre todo a ojos del entrenador. Son de los que más ascendencia y dotes de mando tienen en el vestuario. En el caso del tico, además, es quien más calle tiene en la zaga.