El nuevo Levante de Javi Pereira se quedó a medias en su primera puesta en escena. Pese a la expectación que generó el cambio de ciclo en el banquillo de Orriols, la rutina sigue sin variar y los resultados continúan dándole la espalda a los granotas. La afición, de hecho, no le tendió la mano a su equipo al término del encuentro, cansada de ver cómo el triunfo no solo se resiste, sino que, además, comienza a convertirse en una utopía. En el que se consideró una oportunidad de oro para dejar atrás los rencores y la desidia se transformó en el estrés de un club que sufre una dinámica que pesa. Ni el nuevo técnico ni el regreso de Soldado aportaron soluciones ante un Getafe que salió con un rostro más sonriente que su rival.

El estreno de Javi Pereira se vio trastocado por la ausencia a última hora de uno de sus puntales en la plantilla, aunque contrastó con uno de los regresos más esperados en clave azulgrana. Roberto Soldado, dos meses después de su percance en el Nuevo Mirandilla, se volvió a vestir de corto ante la baja de Roger Martí. El delantero valenciano fue quien dio luz a sus compañeros cuando el esférico se encontraba en sus dominios. Fue, en los primeros compases del choque, agua en el desierto ante un Getafe que, desde el principio, imprimió su intensidad sobre el verde del Ciutat de València, aunque sus ocasiones más peligrosas y entre palos fueron dos lanzamientos de Olivera y Arambarri respectivamente. Sin embargo, los de Javi Pereira equilibraron la balanza y tuvieron sus momentos.

Inmersos en el primer cuarto de hora de partido, Melero robó un esférico en el centro del campo que se encargó de alargar, con un pase a bote pronto y en diagonal, Soldado para Pablo Martínez. El centrocampista recibió en ventaja, avanzó metros hacia la portería de David Soria y, ante el repliegue de la defensa del Getafe, el canterano esperó la subida en ataque de Melero para estirar la jugada mediante las botas del ‘22’, pero la acción no solo le vino muy encima, sino que la posesión cambió de bando. Minutos después, De Frutos, insistente por la banda derecha pero errático en ciertas tomas de decisiones, proyectó un balón que peleó entre Jorge Cuenca y Djené, pero, pese a que conectó el envío del extremo, no impactó con la suficiente intensidad como para poner en peligro a Soria.

No obstante, al Levante le faltó expresividad cuando entraba en fase ofensiva. Según avanzaba metros, la persiana descendía hasta que la claridad disminuía por completo. El Getafe, impulsado por su condición el colista y cosechar tan solo una unidad en su casillero, pero dando la sensación de no necesitar la victoria cuando le tocó iniciar jugadas, dominó la posesión y las intentonas, pero el Levante, rememorando al equipo que acostumbró a su parroquia a defender al unísono y lanzar hombres en ataque en un breve margen de tiempo. En una segunda mitad en la que predominaron las imprecisiones, De Frutos fue quien tuvo la oportunidad más clara para los suyos. Soldado, que segundos antes reclamó un penalti tras salir en desventaja de un forcejeo, aprovechó la llegada del segoviano para darle el cuero en el borde del área pequeña, pero su lanzamiento, forzado tras ver cómo la velocidad del envío se redujo tras dar en dos defensores, fue palmeado a saque de esquina por el meta rival.

Morales fue, junto a un Franquesa que salió a falta de media hora, los argumentos ofensivos a los que se aferró el Levante, pero sin suerte. El Comandante despertó las arrancadas y los movimientos que provocan habitualmente expectación en las gradas del Ciutat de València, pero sin suerte. Mientras, la salida del lateral fue una declaración de intenciones, con la única finalidad de desestabilizar a la zaga del Getafe mediante su velocidad, pero apenas tuvo impacto. Pese a ello, el conjunto de Quique Sánchez Flores dio el susto cuando el encuentro entró en fase de finalización, mediante las botas de un Enes Unal que se quedó a centímetros de superar a Aitor Fernández en el noventa. Fue la prueba de que al Levante todavía le queda mucho camino por recorrer y aspectos por mejorar. La responsabilidad de salvar un proyecto que se encuentra en punto muerto continúa siendo asunto de Estado en Orriols.