El empate del Levante contra el Atlético de Madrid, pese a que no se tradujo en una escalada de posiciones para salir de la zona de descenso, dio un respiro al equipo de un Javi Pereira que sigue buscando una óptima versión que, ante los colchoneros, estuvo cerca de alcanzar a través de un cambio de sistema al que le sacó partido. «En cuanto al modelo, si este es el levante que yo quiero, es la idea que más se acerca a lo que queremos. Cuando tengamos la plantilla a plena disposición quizá tengamos transiciones más continuas y más tiempo de posesión. Pero en cuanto a todo lo que es el futbol en defensa y ataque, esto es el futbol más parecido al que yo busco», reconoció el técnico levantinista en la rueda de prensa posterior al enfrentamiento ante los de Simeone.

Más allá de que el entrenador nacido en Badajoz todavía intente resolver la ecuación que eleve a su plantilla hacia la excelencia deportiva, el equipo responde y no decae en ningún instante. Se mueve a través de la fe y de la convicción de que los partidos son largos y de que, lo merezca o no, tendrá su momento. Se vio en el Ramón Sánchez Pizjuán, cuando pasó de ir tres goles por debajo en el marcador a provocar tensión en el escenario hispalense después de que Melero anotase el 4-3, y se vio frente al Atlético de Madrid. Sintiéndose cómodo cediéndole el balón al rival y buscando sorprender al contragolpe. Aunque, esta vez sí, la suerte cayó del lado levantinista, con dos penaltis que no admitieron discusión pese a que el provocado por Renan Lodi provocó discrepancias. No en vano, la prueba de que el Levante, independientemente de la categoría del adversario, no renuncia a sumar se encuentra dentro de los parámetros estadísticos.

El conjunto granota corrió cuatro kilómetros más que su rival, en un encuentro en el que los pequeños detalles marcaron la diferencia del resultado final aunque los locales imprimieron más piernas sobre el terreno de juego. Pese a que no se tradujo en victoria, el cuadro dirigido por Javi Pereira bregó, no se desestabilizó y jugó sin alterar su nivel competitivo en una línea de cinco en la retaguardia poco utilizada esta temporada, pero que surgió efecto para conseguir un impulso moral. Replegados en la zona de la retaguardia, defendiendo de manera solidaria y buscando los espacios en los percutir, a través de una medular que rindió de forma sobresaliente. Pepelu, quien jugó sus primeros minutos (además desde la titularidad), Enis Bardhi y Mickael Malsa, que regresaron tras lesión contra el Sevilla, trazaron una línea que brindó un gran rendimiento. El ‘12’ marcó territorio, el canterano estiró al equipo cuando el esférico estuvo en sus dominios y el macedonio, cuya guinda fueron dos goles de penalti, en los que la personalidad tuvo un papel importante, dinamizó el juego.

No obstante, uno de los puntos a destacar está en que el equipo dio la cara pese a las bajas con las que cuenta. Tras sufrir tres lesiones desde el duelo ante el Sevilla (Mustafi, Melero y Radoja), el Levante aguantó el tirón y demostró que juegue quien juegue está listo para cumplir. Sobre todo, tal y como indica el valor estadístico, sabiendo que Pereira quiere una plantilla que se desfonde físicamente y dé el cien por cien. Los cuatro kilómetros que corrieron más que el Atlético de Madrid fueron válidos para limitar su potencial ofensivo y entrar en unos últimos compases del choque que se convirtieron en un intercambio de golpes del que el Levante sacó petróleo.

De esta manera, los de Javi Pereira no solo empiezan a ver luz al final del túnel, sino que, con la moral por las nubes, ven el choque contra el Granada del próximo lunes como una oportunidad perfecta para dar un golpe de autoridad, que elimine fantasmas del pasado, fulmine dudas que surgen en la actualidad y que sirva para mirar al futuro con optimismo.

La unión equivale a permanencia El binomio entre afición y equipo se antoja como trascendental

La afición, pese al descontento con el que aterrizó en la nave levantinista, dio una lección de fidelidad y sentimiento de pertenencia La animación no cesó, permanente durante los noventa minutos y apretó en los instantes en los que a su equipo le faltó estímulos a los que aferrarse para no cesar en su intento de mirarle a los ojos a uno de los conjuntos más potentes de la liga.