Dani Cárdenas nunca dejó de pelear por asentarse en Primera División una vez el Levante le brindó, hace dos temporadas, la posibilidad de entrenar y competir bajo el sello del primer equipo. El meta del filial, a sus veinticuatro años, ya es una realidad en Orriols tras actuaciones notables, sobre todo durante la pasada edición de la Copa del Rey, donde los granotas alcanzaron las semifinales del torneo del KO y, por momentos, suspiraron por llegar a la final de La Cartuja. Sin embargo, ninguna parada, ningún partido y ninguna intervención estará a la altura de la indescriptible sensación que vivió durante el choque del pasado viernes frente al Athletic Club de Bilbao. La situación del club, en zona de descenso y sin ganar tras catorce jornadas de Liga Santander, pasó a un plano secundario para el portero de Terrassa al ver cómo su segunda titularidad en Primera División bajo el mandamiento de Javi Pereira fue presenciada por su familia, donde resaltó un pilar fundamental para el canterano granota: su padre.

El portero levantinista no pudo contener la emoción al término del partido, consciente de que lo que vivió en el Ciutat de València es el mayor premio que pudo recibir tras meses de pelea y sufrimiento. «Ver a mi padre en la grada es como ganar una Liga y una Champions», comentó en los medios oficiales del club, feliz y orgulloso del que considera un ejemplo, un apoyo y una motivación para superarse diariamente. Su progenitor, en un verano 2020 en el que su hijo ya despertó interés, sufrió un derrame cerebral que obligó a Dani a cambiar sus planes. A estar más cerca de los suyos y a valorar, más si cabe, a una familia que fue el viernes a apoyarle sin cesar, feliz de verle defender los intereses del equipo que le convirtió en futbolista profesional tras llegar a su cantera con dieciséis años y orgullosa de los pasos que está dando en su trayectoria.

A día de hoy, el padre de Dani Cárdenas, persona que destaca por su humildad y cercanía, y activa hasta que el desafortunado ictus minimizó su esencia, avanza poco a poco. Sin prisa pero sin pausa. Recuperando habla y movilidad. No en vano, que estuviera presente en las gradas de Orriols ya fue un paso al frente. Fue, sin duda, un momento inigualable e inolvidable para el guardameta levantinista.