La contundente victoria del Getafe contra el Cádiz (4-0) hunde al Levante hasta la última posición de la tabla. Pese a que el empate frente al Athletic mostró brotes verdes a los que aferrarse, la reacción del conjunto levantinista no puede esperar más. Por primera vez tras catorce jornadas, el conjunto de Javi Pereira arrancará la semana como colista, viendo cómo es el único equipo de la competición que no conoce la victoria y con la permanencia a cuatro puntos después de las derrotas del Granada y del Elche. Una situación que, independientemente de las sensaciones ante el cuadro de Marcelino García Toral, donde los granotas dieron argumentos con los que obtener el triunfo, es insostenible y que obliga al Levante a reaccionar de manera inmediata, con el enfrentamiento en el Villamarín del próximo domingo como la siguiente oportunidad para que la salvación no sea una utopía.

Después de que se llevase a cabo el cambio de entrenador en el banquillo del Ciutat de València, el cuadro levantinista ha perdido la oportunidad de dar un golpe encima de la mesa para escalar posiciones en la clasificación. El balance, de tres empates y tres derrotas, no solo ha lastrado al equipo, sino que lo ha metido en el fondo de LaLiga Santander a costa de un Getafe que, tras ganar con un póquer de goles a un rival directo como el Cádiz, asoma la cabeza. Sin embargo, no es la primera vez que el combinado del sur de la capital obtiene un triunfo durante esta campaña. Junto a Quique Sánchez Flores, entrenador que aterrizó en el Coliseum Alfonso Pérez en el periodo en el que se decidió prescindir de Paco López, vencieron también al Espanyol en su casa. Un factor desaprovechado y ausente en Orriols, ya que, pese al épico empate frente al Atlético y el punto frente al Athletic Club de Bilbao, no se pasó del empate ante el Getafe y se perdió de manera estrepitosa ante el Granada.

No obstante, el paso de los días obliga al Levante a reaccionar inmediatamente. A solucionar el contexto dramático en el que está inmerso con una victoria que le permita coger confianza de cara a los encuentros posteriores. Aunque el mensaje que se emita es de creer en el trabajo diario ante la convicción de que dará sus frutos, el farolillo rojo, además de encender las alarmas, obliga no solo a ganar, sino a encadenar buenos resultados para no descolgarse.