Al Levante se le acaban las posibilidades para encontrar una solución que continúa sin aterrizar. Más allá del entusiasmo que despertó la elección de Alessio Lisci como entrenador interino tras la destitución de Javi Pereira y la dirección deportiva, la reacción es un intento que nunca surge efecto. Sucedió con el entrenador extremeño y, pese a que bajo la mano del italiano los granotas mostraron ímpetu y confianza, ocurrió con el técnico italiano. El cuadro de Orriols empató a cero frente a Osasuna, y aunque sumó una unidad en su casillero particular para recortar diferencias con la frontera de la salvación, las victorias de Granada, Mallorca y Elche convierten el punto en una oportunidad perdida. En una igualada cuyo sabor es más amargo que en tiempos atrás, al reducirse el margen para salir del pozo. Y una muestra de que al equipo le falta recorrido para alcanzar una victoria que resulta inalcanzable pese a que mostró orgullo y voluntad para lograrla.

Pese a ello, el rival fue irritante. Osasuna, fiel a su capacidad de desquiciar al adversario con su férrea línea defensiva, dejó pocos espacios a los granotas, aunque, pese a contar en su delantera con Ante Budimir y Chimy Ávila, apenas produjo ofensivamente. Sergio Herrera no utilizó sus guantes hasta cinco antes del final de la primera mitad. No obstante, se le acumuló la faena en una acción que, por centímetros, no terminó en el fondo de la red. Roger remató un centro de Campaña que el meta de Miranda de Ebro intervino y cuyo despeje posterior fue recogido en la frontal por De Frutos, quien después de adentrarse en el área deshaciéndose de dos rivales, estrelló el balón en el palo.

Sin embargo, la segunda parte no tuvo un dominador claro en sus primeros compases. Los granotas se quedaron a medias en acciones al contragolpe y Osasuna se mostró cómodo sobre el terreno de juego. Refrescaron su frente de ataque con Kike Barja y Rubén García, pero apenas tuvieron incidencia ofensiva. Mientras tanto, De Frutos siguió demostrando su capacidad para sacar peligro de cualquier acción. Tras recoger un esférico de Morales en el área, se dio media vuelta y lanzó un disparo que se marchó rozando la portería de Sergio Herrera. Fue la muestra de que el conjunto de un Ciutat de València que no falló a la cita y que estuvo a la altura de las circunstancias desde el primer instante creció con el paso de los minutos. De hecho, la tuvo instantes más tarde. Mustafi, con el gol en el Benito Villamarín en la memoria, saltó por encima de todos los defensores del club navarro para cabecear un centro desde la esquina, pero cayó mansa a las manos de Sergio Herrera.

No obstante, el Levante se quedó a medias en su intento de conseguir, de una vez por todas, una victoria de caracter vital. Sin perforar la meta rival, viendo cómo Osasuna pactó el empate como positivo y consiguiendo un resultado que en Orriols es tendencia en la presente campaña, pese a que Soldado, a tres del final, no remató un caramelo de Morales por poco y Cantero reclamó un penalti que Pizarro Gómez desestimó. Pese a ello, quedan batallas por delante y puntos por disputar, aunque el trayecto sea cada vez más cuesta arriba y el margen a perder unidades por el camino sea cada vez más reducido. Ahora, los interrogantes se abren en el Ciutat de València: si contactar con un entrenador con experiencia o darle las llaves del barco a Alessio Lisci, con la finalidad de revertir la comprometida situación que se vive en Orriols.