La Copa, pese a que fue asumida como un torneo en el que despejarse de los males en LaLiga, se convirtió en una pesadilla para el Levante. Después de ver cómo marcar tres goles tampoco le sirvió para vencer, tal y como pasó contra el Espanyol, se topó nuevamente con el drama y cayó de la forma más cruel. Desde el punto de penalti y después de tener sus momentos en el partido. Fue nuevamente el espejo de una temporada que no deja de dejar sinsabores, reveses y tropiezos constantes. Pese a la derrota, el equipo de Alessio Lisci tocó fondo. Por enésima vez y sin tener la dignidad de dar una alegría.

El Levante, de hecho, no pudo entrar de peor manera en el enfrentamiento copero. La intensidad e ilusión, según los precedentes de la temporada pasada, con la que afrontó el duelo el Alcoyano desvirtuó al cuadro dirigido por Alessio Lisci desde el primer instante. Dani Vega, a los dos minutos, desaprovechó una cesión errónea de Franquesa mandando el esférico por encima de la portería de Aitor Fernández, quien pocos segundos después, sacó dos buenas manos, tras centro de Antón, a Juanan y Mourad. Sin embargo, el ‘12’ de los alicantinos, de los más activos durante el encuentro, imposibilitó cualquier amago de reacción visitante en un inicio aplastante de los de Vicente Parras. El delantero, prácticamente en boca de gol, machacó al fondo de las mallas una prolongación de Dani Vega después de un centro desde la esquina de Javi García, para estallar el delirio en un Collao que presentó una notable entrada con la finalidad de dar la campanada ante un Primera.

Fue una diana que dejó grogui a un Levante que, más por fe que por superioridad, fue rehaciéndose al revés con el paso de los minutos. Ganando confianza y soltándose sobre el césped. No gozó de un amplio carrusel de oportunidades, pero fue capaz de igualar el duelo casi en el ecuador de la primera mitad. Róber Pier, atento a la desorganización defensiva de los blanquiazules, proyectó entre centrales un cuero que Dani Gómez, astuto y oliendo la sangre, picó de cabeza y hacia dentro de la portería el envío del ‘4’, dejando en vano la salida de José Juan. El empate, de hecho, empujó al Levante hacia la meta rival sin acierto. Cantero, punzante por banda derecha, el goleador de los granotas, peleón y siendo un argumento en ataque, y Pepelu, conduciendo hasta zonas peligrosas de campo contrario, fueron los impulsores del Levante para ir a por el choque, pero el enésimo varapalo de la temporada llegó a dos del final de la primera mitad. Morad nuevamente, empequeñeciendo a un Coke Andújar que tampoco supo defender al atacante en el primer gol, remató en área pequeña y como si estuviera libre de marca. Dos tantos en contra casi calcados y que mostraron la carencia principal que hace aguas a la hora de defender balones aéreos.

Carlos Blanco, de falta directa, lanzó un misil tierra por la escuadra. Aitor, pese a que fue por su palo, no pudo hacer otra cosa que ser un espectador de lujo. El Levante se puso 3-1 en contra en el marcador. Un resultado sonrojante que despertó sus peores sensaciones. La Copa, pese a que se convirtió en una vía de escape, por momentos fue un mal sueño. No en vano, el cuadro de Alessio, sacando artillería con Morales, Melero y Bardhi, tiró de orgullo. Soldado primero, finalizando un buen pase de Pepelu, y Dani Gómez después, convirtiéndose en el máximo goleador granota en Copa con cuatro dianas cazando un centro de Morales, igualaron el compromiso.

El empate a tres fue el resultado con el que el Levante se la jugó para pasar de ronda en el torneo del KO. En la prórroga y encorsetando al Alcoyano, aunque en la reanudación, puso en un aprieto a los granotas teniendo la más clara para los suyos.

Sin embargo, no solo el Levante murió en la orilla de los penaltis, sino que lo hizo retratándose así mismo. La parada de Aitor al primer disparo de Lillo fue un espejismo. Sobre todo en el tercer lanzamiento del Alcoyano, donde, pese a tocar el disparo de Imanol, introdujo el cuero en su portería. José Juan, vistiéndose de héroe, detuvo dos (Pepelu y Bardhi) y se lanzó en la dirección correcta al palo de Roger, para eliminar a un Levante que no deja de tocar fondo.