Otra gran oportunidad perdida. Lo malo es que de estas no quedan muchas ya que después del próximo parón por las selecciones los rivales con los que se va a encontrar el conjunto azulgrana no son perlitas dulces ni mucho menos. En casa seguiditos. Villarreal y Barcelona, tras un paréntesis fuera contra el Granada, recibe al Sevilla y la siguiente jornada le espera el Valencia en Mestalla. Vamos mucho tendrían que cambiar las cosas para salir del lugar donde se encuentra en la tabla. Una pena pero una realidad.

Guardar todo para la recta final nunca ha sido buena idea. Eso me solía suceder a mí en la época de estudiante, me pasaba el curso sin pegar chapa y el mono de faena solo lo vestía los dos meses últimos, con ello salvaba el curso. Pero en futbol este sistema no sirve. El campeonato es, como todos dicen, torneo de la regularidad y el que no hace los deberes cuando toca lo tiene muy difícil para recuperar. Eso le está pasando al Levante.

Es cierto que hace unas jornadas consiguió dos victorias y dos empates lo que sirvió para que todos pensaron en el sí se puede que está de moda, pero por desgracia todo fue un espejismo. Lo que ocurrió el otro día en Pamplona fue repetición de lo de Bilbao. Te estás jugando la vida y resulta que en media hora de partido el equipo de casa te dobla en faltas. Tienes que morder, el rival se tiene que asustar viendo cómo vas, siempre dentro del límite por supuesto, si a esa forma de actuar sumamos los regalos defensivos de costumbre que han machacado una y otra vez tenemos más de lo mismo. No se pueden dar tantas facilidades ya que al final lo acabas pagando. Esa es la pura realidad. En fin, solo queda lo que dice el refrán, mientras hay vida… pues eso.