Este empate lo celebra València
Levante y Elche firman un punto que les sabe a poco sobre el césped, pero que otorga alegría y esperanza a una sociedad valenciana convencida de que se va a recuperar de la tragedia

Homenaje en el Ciutat de València antes del Levante - Elche / Francisco Calabuig
Rafa Esteve
València, sus localidades y su gente tardarán en dejar atrás el sufrimiento, el dolor y la pena que la dana provocó allá por donde pasó. Sus consecuencias son duras, difíciles de digerir y, sobre todo, complicadas de afrontar. Los pueblos de la provincia, al igual que todos los que empatizaron con la tragedia, siguen llorando casi tres semanas después de una riada que no se olvidará jamás. Porque el 29 de octubre de 2024 ya forma parte de las páginas más tristes en la historia de la Comunitat, pero, también, es una herida que, poco a poco, no solo cicatrizará, sino que será una marca que se lucirá con el orgullo de los que se levantan. De los que tiran hacia adelante con más fuerza si cabe. Será, sin lugar a dudas, una señal de valencianía de todos los que tanto en las buenas, como en las malas, se sienten orgullosos de ser valencianos.
No obstante, la vida obliga a avanzar aunque nadie lo desee. Nada se detiene, pero los problemas y la tristeza de los afectados continúa mientras València le pide a la vida que le dé un poco de tregua. Pese a ello, el fútbol, terapéutico y sanador, es tan ideal como necesario. Sobre todo, en una capital del Turia que rebosa felicidad cuando un balón rueda por sus campos. 18 días después del drama, el Levante fue el primero en jugar tras dos jornadas donde la prioridad fue limpiar barro, achicar agua y proporcionar toda la ayuda humanitaria posible. Por fin, el fútbol fue el foco de atención en medio de un ambiente de incertidumbre, tristeza y pena. Y el mismo fútbol, que tantas emociones genera, solo tiene la imperfección de que uno gana y otro pierde. Pero en Orriols, pese a que el empate entre el Levante y el Elche fue lo que dictó el marcador, todos vencieron. Todavía falta mucho por hacer, pero València empieza a levantarse. Sin importar lo que le cueste. Pero se levantará. Seguro.
Después de un sentido y emotivo homenaje, que fue capaz de erizar la piel de cualquier mortal, los locales salieron impetuosos con la intención de regalarle tres puntos a su afición. El Ciutat presentó una entrada majestuosa, digna de grandes citas, a la vez que cada una de las localidades afectadas rodearon el anillo del estadio luciendo sus nombres. Había ganas de fútbol en un coliseo de Orriols que, tras dos jornadas de parón, quiso un triunfo que le volviese a colocar en la pomada del ascenso, pero el Elche, media hora después del arranque, se adelantó por medio de Agustín Álvarez. Con un fuerte y preciso remate con la testa, el ‘9’ cazó un centro de Nico Fernández para superar a Andrés Fernández, pero activó a un Levante que terminó el primer tiempo con sensaciones positivas. Unai Elgezabal, atacando el primer palo, estrelló un envío procedente desde la esquina de Carlos Álvarez en el lateral de la red, siendo la más peligrosa de un equipo de Julián Calero que necesitó darle una vuelta de tuerca a su dibujo.
De hecho, el entrenador local tardó poco en reaccionar. Conocido por tardar en mover el banquillo cuando todo funciona según sus planes, introdujo un triple cambio superado un cuarto de hora de segunda mitad con Espí, Pampín y Roger Brugué. A su vez, Carlos Álvarez, muy encimado por los ilicitanos, calentó su pierna izquierda con un lanzamiento lejano que paró Dituro. Sin embargo, el ‘24’ terminó siendo clave para colocar el empate, obra de un Brugué que, reapareciendo después de su lesión en Santander y a un cuarto de hora para el final, demostró que es un futbolista que marca diferencias. El andaluz, mágico y talentoso como pocos en Segunda División, se inventó un pase por encima de la zaga frangiverde, para encontrar a un Brugué que no solo cruzó el esférico para enloquecer a la grada del Ciutat, sino también para emocionar a todos los valencianos. El atacante, visiblemente emocionado, cogió con fuerza una senyera, la levantó al cielo de València y la besó con mucho cariño. Como si de un valenciano de nacimiento se tratase, ya que Brugué sabe que no hace falta serlo para conocer la grandeza de una Comunitat Valenciana que cuida y adora a todos los que habitan en su territorio, más allá de su procedencia. Todavía con lágrimas en los ojos por las emociones que se vivieron durante la previa, el Levante apretó, expuesto a recibir algún revés que se transformó en susto. No obstante, Andrés Fernández, que cuajó un partido notable, agigantó su figura negándole el gol a Agustín con una soberbia parada. El punto le sabe a poco tanto a Levante como a Elche, pero eso es lo de menos. La vuelta del fútbol a València es sinónimo de esperanza, sin olvidar de dónde venimos y hacia dónde debe de ir una sociedad valenciana que, con la ayuda de todos, se levantará.
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