Un punto para mantenerse en pie (0-0)

El Levante UD, a pesar de ser superior a su rival, suma un empate en Cádiz para seguir vislumbrando la zona de ascenso directo

Pablo Martínez con la pelota en el Cádiz - Levante UD / LaLiga Hypermotion

Pablo Martínez con la pelota en el Cádiz - Levante UD / LaLiga Hypermotion

Rafa Esteve

La hora de la verdad comienza a acercarse en Segunda División. La segunda vuelta arranca con tal de desvelar hacia dónde se dirigen los equipos que militan en su compleja categoría. Y el Levante, después de finalizar el primer tramo de la competición en puestos de promoción, empezó el segundo asalto consciente de que su empeño, su competitividad, su espíritu y su amplio abanico de opciones para trazar caminos hacia los triunfos que tanto ansía le acercarán a la élite del fútbol español. Pese a ello, el empate cosechado en Cádiz provocó un sabor agridulce en medio de la euforia que supuso golearle con mucha autoridad al Tenerife. Y más, después de cómo el combinado dirigido por Julián Calero jugó con personalidad en uno de los escenarios más míticos e imponentes de la categoría de plata del fútbol español. Saborear el empate genera sinsabores. Provoca la sensación de que, perfectamente, el Levante mereció salir victorioso del Nuevo Mirandilla. No obstante, el punto vale para mantenerse firmes. Para seguir en pie en la lucha por el ascenso, cuyo camino tiene aún muchos kilómetros por recorrer y donde es obligatorio no desfallecer. Porque el Levante de Calero, pieza por pieza, es capaz de conseguir todo lo que se proponga.

Empezar la segunda vuelta con buen pie fue fundamental para aumentar las esperanzas de conseguir el ascenso a Primera División. La distancia con los punteros de la clasificación es asequible, por lo que creer en las posibilidades de ver a un Levante de máxima categoría entra en los parámetros de la probabilidad. Hay que confiar más que nunca. Sobre todo, no dar el brazo a torcer, pero, durante los primeros compases del encuentro contra el Cádiz, a los de Julián Calero les costó contrarrestar las ofensivas de su rival. Rabioso por cómo la primera vuelta les llevó a un contexto tan inesperado como preocupante, el conjunto amarillo transmitió intensidad, con Brian Ocampo metiendo veneno partiendo desde la izquierda e intimidando a un Andrés Fernández que se fue del Nuevo Mirandilla siendo una pesadilla para sus contrincantes. Aguantó las opciones de rascar unidades en la bahía de Cádiz con enormes actuaciones, aunque, la más peligrosa de la primera mitad, pasó por las botas de Roger Brugué.

Iván Romero, aprovechando que Fali se durmió en los laureles, robó el esférico y se la dio a un ‘7’ que se topó con la madera defendida por David Gil. A pesar de ello, quien más cerca se quedó de adelantarse en el luminoso fue el cuadro local por mediación de Álex Fernández. Lanzó en boca de gol y ‘reventó’ la red del antiguo Carranza, pero, en el desarrollo de la jugada, Carlos Fernández prolongó el balón en posición antirreglamentaria. Un alivio para los levantinistas, que no supieron cómo hacer cosquillas a un Cádiz que se sintió con confianza. No obstante, si el Levante no tiró la toalla en su escalada hacia los tres puntos, fue gracias a Andrés Fernández. Cuando más lo necesitó su equipo, más firme se sintió bajo palos. Si no, que se lo pregunten a Rubén Alcarez, que, desde dentro del área, vio cómo el guardameta granota voló a la escuadra desviar un disparo que el palo terminó repeliendo. Instantes más tarde, puso firmemente sus guantes para despejar un disparo fuerte de Carlos Fernández, y desde entonces, el Levante aumentó sus pretensiones y pisó más área contraria, con Giorgi Kochorashvili, desde la frontal, enviando un lanzamiento de falta al lateral de la red.

Los de Julián Calero empezaron a carburar cuando las embestidas del Cádiz empezaron a enfriarse. El segundo tiempo, de hecho, mostró a un Levante más sereno, capaz de controlar los tiempos de la contienda y sabiendo sufrir cuando los de Gaizka Garitano, sobre todo por los laterales, asomaron la cabeza para atemorizar a los levantinistas. Pese a ello, la sensación de comodidad granota, e incluso de superioridad, estuvo presente sobre el césped del Nuevo Mirandilla.

Rubén Sobrino, rematando en su propia portería un centro envenenado de Carlos Álvarez, provocó un nuevo acercamiento de los levantinistas que, instantes después, se estrellaron contra el palo gracias a un despeje defectuoso de Rubén Alcaraz. La acción, no en vano, tuvo polémica, ya que Iza Carcelén llegó tarde a un balón dividido con Giorgi Kochorashvili, derribando dentro del área a un futbolista georgiano que, con síntomas claros de dolor, estuvo tendido en el terreno de juego varios minutos. Ávalos Barrera se desentendió de la acción, pero, a cinco minutos del final, puso picante en el encuentro sacándole la segunda amarilla a Joselu Matos tras una fuerte entrada sobre Kochorashvili. Independientemente de la superioridad numérica, el Levante acabó el partido enseñando los dientes y quedándose a muy pocos centímetros de llevarse el tesoro del triunfo hacia València. Sergio Lozano, desde la frontal, la mandó rozando a la escuadra, mientras los de Julián Calero, aun jugando fuera de casa y ante un rival de categoría, acabaron el partido en área contraria. Intiminando y sin hacer bueno un empate que terminó siendo el resultado final. No obstante, con el carácter, la garra y el espíritu expuesto en Cádiz, el Levante siempre estará cerca de las victorias. Y su sueño de estar en Primera la temporada que viene terminará siendo una realidad. 

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